domingo, 14 de marzo de 2021

38 Textos sobre música y temas afines (Lista en crecimiento)...

 

Fue a partir del lanzamiento de la Serie: "Rompan todo" que comencé hacer una lista mental de los libros que he leído sobre el Rock en México. Cuando comencé a buscar en el librero y las carpetas digitales, me di cuenta que hay algunos interesantes sobre otras músicas y temas afines. Después, alguien me pidió que hiciera una lista para publicarla en alguna página, creo que eso nunca sucedió. Sin embargo, para que no quede en el olvido aquí la publico, sin un orden específico y comparto el enlace de donde pueden descargar algunos que tengo en formato digital:
  1. "Rock progresivo", Roberto Vázquez  Mamys. Rock y Letras, 2008. Capítulos: México, Argentina,  Brasil y Resto de América, pp. 339-397.
  2. "Rock en salsa verde. La larga y enjundiosa historia del Rock mexicano". Jorge Héctor  Velasco (comp.), Uva Tinta, 2013.
  3. ¡Qué onda ése…! De contracultura y esos rollos". Merced B3l3n Valdés Cruz. Uva Tinta, Conaculta, 2013.
  4. "Simpatía por el Rock: Industria, cultura y sociedad", Adrián de Garay,  Miguel Ángel Aguilar, et. Al. UAM Azcapotzalco, 1993.
  5. "La nueva música clásica" de José Agustín, Cuadernos de la Juventud, I.N.J.M., 1968.
  6.  "Lenguaje e identidad en el rock mexicano (1985-1990)" de Teresa Estrada. Tesis de Licenciatura en Sociología, UNAM, 1992.
  7.  "Crines. Otras lecturas del rock" de Carlos Chimal, Era, 1994.
  8. "Etnorock: los rostros de una música global en el sur de México" de Efraín Ascencio y Juan Pablo Zebadúa, Juan Pablos Editor, 2014.
  9. "Rock mexicano. Un espacio en disputa". María del Carmen de la Peza, Entintable, UAM, 2014.
  10. "100 discos esenciales del rock mexicano. Antes de que nos olviden", David Cortés y Alejandro González Castillo (coords.), Grupo Editorial Tomo, 2012.
  11. "60 años de rock mexicano Vol. I, II y III", Sr. González. Ediciones B.
  12. "Raíces del rock tapatío 1959-1972", Óscar Humberto Rojas. Ae Ediciones, 2019.
  13. "El otro rock mexicano. Experiencias progresivas, psicodélicas, de fusión y experimentales", David Cortés, Grupo Editorial Tomo, 2017.
  14. "Música y cultura alternativa. Hacia un perfil de la cultura del rock mexicano de finales del Siglo XX". Laura Martínez  Hernández, Lupus Inquisitor, Universidad Iberoamericana de Puebla, 2013.
  15. "El rock en el cine mexicano. De Lemotiv al soundtrack", Karla Paulina Sánchez Barajas, Universidad Autónoma de Baja California, 2016.
  16. "Águila o Rock. Las voces del rock mexicano (1950-1990)", Rafael Fermín Fernández Cruz, Tesis Licenciatura en Historia, BUAP, 2014.
  17. "El canto de las libélulas: un estudio de identidad femenina en el discurso de las roqueras mexicanas", Magda Angélica García  Von Hoegen, Tesis de Maestría en Comunicación, Universidad Iberoamericana, 2006.
  18. "Por Los Territorios Del Rock. Identidades Juveniles y Rock Mexicano", Maritza Urteaga, Conaculta, IMJUVE, SEP, 1998.
  19. "Oye como va: recuento del rock tijuanense", José  Manuel Valenzuela Arce, et. Al., Conaculta, IMJUVE, SEP, 1999.
  20. "Huaraches de ante azul", Federico Arana, Posada, 1985.
  21. "Sirenas al ataque", Teresa Estrada, Océano, 2008.
  22. "Rock mexicano. Sonidos de la calle", José Luis Paredes Pacho, Pesebre, 1992.
  23. El imperio contracultural. Del Rock a la posmodernidad”, Luis Britto García, Nueva Sociedad, 1990.
  24. "Alicia en el Espejo. Historias del multiforo Alicia", María Teresa López, Ediciones Alicia, 2010.
  25. "Historia del rock. La música que cambió el mundo", Jordi Sierra i Fabra, Siruela, 2016.
  26. "El bolero y la educación sentimental en México.", María del Carmen De la Peza Cásares, UAM, Miguel Ángel Porrúa, 2001.
  27. "La imagen grotesca del cuerpo femenino en las canciones de Molotov: ¿Hacia un nuevo tipo de grotesco realista?". Carmen De la Peza Cásares, Revista Versión, N° 16, Diciembre, 2005.
  28. "Jóvenes excéntricas. Cuerpo, mujer y rock en Tijuana", Merarit Viera, Casa Editorial Abismos, 2015.
  29. "Contracultura e identidades iconoclastas en la ciudad de México. De la apropiación del Rock Progresivo a la descolonización musical, 1971-1985", José Rodrigo Moreno Elizondo, Tesis de Maestría en Historia Contemporánea, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2014.
  30. "Aquí no hay nada. Los bienes culturales en el proceso de producción, circulación y consumo.", Ana Virginia Pérez Mora, Tesis de Licenciatura en Antropología Social, UAM Iztapalapa, 1999.
  31. "El grito del rock mexicano", Thelma G. Durán y Fernando Barrios, Ediciones del Milenio, primera edición, 1995.
  32. "El rock mexicano como discurso intertextual. Un estudio aplicado a canciones de El TRI, Café Tacuba, La Maldita Vecindad y El gran Silencio", Guillermo Lozano Flores, Tesis de Maestría en Ciencias con especialidad en Lengua y Literatura, Universidad Autónoma de Nuevo León, 2011.
  33. “NegrOscuro. Onda siniestra y Afterpunk en España”, Pablo Martínez Vaquero, Editorial Milenio, 2019.
  34. "Pequeño circo. Historia oral del Indie en España", Nando Cruz, Contra, 2015.
  35. "Sonidos de condena. Sociabilidad, historia y política en la música reggae de Jamaica", Jorge L. Giovannetti, Siglo XXI, 2001.
  36. "El jefe de jefes. Corridos y narcocultura en México", José Manuel Valenzuela Arce, El Colegio de La Frontera Norte, 2014.
  37. "El cantar de los narcos. Voces y versos del narcocorrido", Juan Carlos Ramírez-Pimienta, Planeta, 2011.
  38. "Narcocorridos. La música de los capos, guerrilleros y el México profundo de las drogas", Elijah Wald, Ediciones B, 2017.

sábado, 30 de marzo de 2019

La violencia laboral: mobbing, acoso psicológico y moral y su efecto en la salud


Maricruz Gómez López
UAM-Xochimilco

El contexto político, social y económico actual favorece la competencia por alcanzar el éxito profesional, entendido como sinónimo de riqueza económica, prestigio y relaciones sociales que facilitan el ascenso en la jerarquía, que conduce a las personas a vender el tiempo destinado al trabajo, esparcimiento y descanso y a aplicar estrategias como: la institucionalización de los “favores morales”, que implica acciones violentas en contra de quien es considerado un obstáculo o diferente, afectando los niveles social, organizacional, familiar, personal y por supuesto la salud mental y física de las personas que viven situaciones de violencia y malestar en éste ámbito.

Existe un tipo de violencia que se ejerce de forma “sutil” en las relaciones interpersonales cotidianas que debido a que no “deja huella” a diferencia de la agresión física, es difícil de identificar para las personas que la viven. No obstante, sus efectos en la salud se resienten y con frecuencia se relacionan con estrés laboral, ocultando la relevancia del ambiente, en las organizaciones, en el desarrollo de trastornos psicosomáticos y mentales. Por lo antes expuesto, la revisión de los principales términos que describen la violencia en el lugar de trabajo ─ mobbing, acoso psicológico y moral─, y los hallazgos relacionados con los efectos en la salud de las y los trabajadores es importante para la comprensión e indispensable para contribuir al reconocimiento y prevención de dicho fenómeno.

Por lo ya dicho, surgen las siguientes preguntas: ¿cómo se ha estudiado la violencia en el trabajo?, ¿existen convergencias y divergencias entre los principales enfoques? y a partir de los estudios realizados ¿cuáles son los principales efectos de la violencia en la salud de las personas que trabajan? Así, el objetivo del presente ensayo es exponer las convergencias y divergencias entre los términos: mobbing, acoso psicológico y moral y los efectos de este tipo de la violencia en la salud. De este modo, en el presente texto se exponen los enfoques y conceptos que se han aproximado al fenómeno de la violencia en el trabajo y posteriormente se presentan, a partir de los resultados obtenidos por investigadores como Marie-France Hirigoyen (2001), Gabriela Victoria Alvarado (2009), Florencia Peña Saint Martín y Sergio G. Sánchez Díaz (007); y Jesús Felipe Uribe Prado (2011), los efectos en la salud de las y los trabajadores.


Aproximaciones al fenómeno de la violencia en el trabajo

La principal dificultad para estudiar y delimitar la violencia radica en que para darle sentido, cada persona recurre a sus propios referentes culturales, sociales y en ocasiones, a su historia de vida. No obstante, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) consideró que en el ámbito laboral la violencia física y psicológica han alcanzado dimensiones que rebasan fronteras, entornos y grupos profesionales, por lo que calificó a algunos centros de trabajo y profesiones como de “alto riesgo” (Uribe, 2011, p.47-49).

Por otra parte, el término mobbing[1] fue retomado por Peter-Paul Heinemann para describir la conducta hostil entre pares que puede llegar a la agresión física, en el ámbito escolar. Posteriormente, Heinz Leymann lo definió como un fenómeno en el espacio laboral que tiene su origen en un conflicto resuelto inadecuadamente que desemboca en actitudes ofensivas, hostiles, frecuentes y repetidas dirigidas siempre a la misma persona y que conducen a su marginación, por lo que lo consideró una forma grave de estrés psicosocial y enfatizó las consecuencias psicológicas de éste (Hirigoyen, 2001, p. 69-70; Peña y Sánchez, 2007, p. 828-829). En México, para Florencia Peña y Sergio Sánchez (2007, p. 828-832) este fenómeno no implica agresión física porque es una forma de acoso psicológico que dos o más personas ejercen sobre otra ─víctima─, de manera consciente, prolongada y recurrente. Dichos autores consideraron que el objetivo de las conductas es estigmatizar a la víctima para destruirla moralmente[2] utilizando estrategias como: críticas, amenazas, injurias, calumnias, chismes y desprestigio y concluyen que el mobbing es característico de entidades con una organización de trabajo altamente burocratizada y carente de normatividad e instancias para resolver conflictos interpersonales[3].

El acoso psicológico en el trabajo es una aproximación organizacional en la que autores como Bernardo Moreno Jiménez y sus colaboradores (2004)[4] consideraron que los antecedentes organizacionales y las características personales y socio-demográficas intervienen afectando tres niveles: individual, organizacional y social. No obstante, para Stale Einarsen y Lars Johan Hauge (2006)[5] es un conjunto de conductas negativas continuas dirigidas contra una o varias personas que puede clasificarse en cuatro etapas: las conductas agresivas ─sutiles e indirectas─, el acoso ─acciones directas como la humillación y la ridiculización─, la estigmatización ─por ejemplo, promover la imagen de que la víctima es una persona problemática─, y el trauma severo en el que culmina el proceso y provoca en la víctima síntomas de estrés y trastornos psicosomáticos (Einarsen, 1999)[6].

En contraste, Marie-France Hirigoyen (2001, p. 19) propuso el término acoso moral[7] que conlleva una toma de postura que considera lo que es aceptado y rechazado socialmente desde una perspectiva ética y moral, por lo que no se restringe sólo al ámbito psicológico y lo define como toda conducta abusiva ─gesto, palabra, comportamiento o actitud─, que atenta, por su repetición o sistematización, contra la dignidad o integridad psíquica o física de una persona, poniendo en peligro su permanencia en el empleo o degradando el ambiente laboral. Para esta autora el origen del acoso moral es un conjunto de emociones inconfesables como: la envidia[8], el miedo[9] y la valoración negativa de la diferencia, que se apoya en aspectos que difícilmente pueden modificarse ─por ejemplo, el género, la raza o el origen socioeconómico─, y se manifiesta en la discriminación y la estigmatización de las personas consideradas distintas y por tanto indeseables. Lo anterior justifica el empleo de estrategias como: el aislamiento, el ataque personal encubierto[10], la pérdida de sentido[11], la intencionalidad[12] y la agresión consciente e inconsciente. Así, los comentarios y actitudes machistas o sexistas que atacan la feminidad, mediante insultos y pseudopiropos sexuales, o la identidad sexual y la virilidad al llamar a un hombre “maricón” o “niñita”, muestran que este tipo de violencia afecta tanto a hombres, como a mujeres, pero de distinta manera (Hirigoyen, 2001, p. 53; Zúñiga, 2008, p. 185).

Los efectos en la salud física y mental

De acuerdo con los resultados obtenidos en estudios realizados por Alvarado (2009), Hirigoyen (2001), Peña y Sánchez (2007) y Uribe (2011) la manifestación de trastornos psicosomáticos en personas expuestas a este tipo de violencia ha sido frecuente. En la práctica terapéutica Hirigoyen (2001, p.141) observó que las personas manifestaban problemas digestivos[13], endócrinos[14], enfermedades de la piel y malestares relacionados con el ámbito mental-emocional[15], por lo que explicó que el cuerpo acusa la agresión antes que el cerebro, que se niega a ver lo que no consigue comprender. Así, el cuerpo se convierte también en consciente del traumatismo y evidencia el Síndrome de Estrés Postraumático (SEP) que puede manifestarse mediante efectos comportamentales (autoagresión, trastornos alimenticios o aislamiento social), psicosomáticos (dolores musculares, migraña, dermatitis, problemas gastrointestinales, pérdida de cabello, hipertensión arterial y pérdida de equilibrio), y psicopatológicos (ansiedad, trastornos de sueño, falta de concentración y atención, miedo, hiperreactividad, inseguridad, cambios bruscos en el estado de ánimo, apatía e introversión) ( Uribe, 2011, p. 198). Sin embargo, con frecuencia, las y los médicos no relacionan dicha sintomatología con el acoso laboral porque en primera instancia es tratada con automedicación y cuando se acude a consulta la vinculan con periodos de estrés laboral, sin que consideren relevante el ambiente o las condiciones de trabajo (Hirigoyen, 2001).

Conclusiones

De lo antes expuesto es importante resaltar que el estudio de la violencia en el lugar de trabajo, a partir del binomio víctima-victimario, fija posiciones que implican que quien acosa tiene plena conciencia de que causará un daño, clasificándolo como un sujeto de personalidad perversa y sádica; mientras que la persona acosada aparece como carente de las habilidades y capacidades para enfrentar la situación. Así, es indispensable retomar para el estudio de este fenómeno aspectos de índole cultural, por ejemplo, los estereotipos que apoyan conductas fundamentadas en prejuicios que validan el trato desigual y violento.

Los resultados presentados por los estudios revisados permiten afirmar que los efectos de la violencia laboral se manifiestan en cuatro niveles: social, organizacional, familiar y personal. No obstante, la repercusión en la salud es relevante porque pueden desembocar en conductas autodestructivas como las adicciones y el suicidio.

La violencia en el trabajo se manifiesta en acciones cotidianas que aparecen como “normales” o “naturales”, se fundamenta en ideas que apoyan la discriminación y estigmatización de las personas y grupos y se expresa mediante el lenguaje en forma de chistes, comentarios hirientes o mal intencionados, entre otros. Tales características dificultan que las personas puedan identificarla y mostrarla provocando en ellas confusión y angustia. De este modo, el estudio de los mecanismos culturales que validan la violencia hacia sujetos considerados diferentes es indispensable para dar cuenta, de manera más profunda, de la forma en que la cultura y la ideología apoyan la desigualdad, la discriminación y la agresión en el ámbito laboral.

Referencias

Alvarado, G. V. (2009). Violencia laboral y panoptismo telemático walmartiano. Estudio de caso: el trabajador de sistemas en Wal-mart México. En Peña Saint Martin, y Sánchez Díaz, S. G. (Coords.), Testimonios de mobbing. El acoso laboral en México, (225-245). México: Ediciones y Gráficos EÓN, Escuela Nacional de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Hirigoyen, M. F. (2001). El acoso moral en el trabajo. Distinguir lo verdadero de lo falso. Barcelona: Paidós.

Peña Saint Martin, F., y Sánchez Díaz, S. G. (2007). El mobbing y su impacto en la salud. Estudios de Antropología Biológica, 13 (2), 823-845. Recuperado de http://revistas.unam.mx/index.php/eab/article/view/26420.

Uribe Prado, J. F. (2011). Violencia y acoso en el trabajo. Mobbing. México: Manual Moderno, Universidad Nacional Autónoma de México.

Zúñiga Elizalde, M. (2008). Violencia en el trabajo. La cultura de la dominación de género. En Castro, R. y Casique, I. (Eds.), Estudios sobre cultura, género y violencia contra las mujeres, (173-196). México: Universidad Nacional Autónoma de México, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias.


[1] Cabe señalar que en inglés es el gerundio del verbo to mob, que significa literalmente: atacar, se traduce como: regañar, maltratar o asediar y se define de manera global como un fenómeno de grupo e implica formas severas de acoso en las organizaciones. En México, los grupos de investigación sobre el tema de la violencia laboral tienen como antecedentes principales los estudios realizados por investigadores como Heinz Leymann y Marie-France Hirigoyen y se caracterizan por utilizan de manera indistinta los términos acoso moral, psicológico y mobbing, por lo que es difícil hallar literatura que reporte efectos en la salud referidos de manera exclusiva a alguno de estos conceptos. No obstante, autores como Florencia Peña y Sergio Sánchez (2008, p.187-188), clasifican el mobbing como una forma de acoso psicológico, debido a que con frecuencia los ataques no son de naturaleza física. En contraste, Hirigoyen (2001, p.77) explica que el mobbing corresponde a las persecuciones colectivas y a la violencia que se desprende de la organización, mientras que el acoso moral en el trabajo se refiere a agresiones “sutiles”, es decir, difíciles de advertir y probar.
[2] La destrucción moral para estos autores implica el aislamiento y el menoscabo de la seguridad, autoafirmación y autoestima, que provocan en las personas sentimientos de soledad, malestar, angustia, incertidumbre, culpa y confusión (Peña y Sánchez, 2007).
[3] En las que priva el desinterés, la carga excesiva de trabajo y la presencia de jerarquías poco claras acompañadas de liderazgos espontáneos no oficiales que detentan y defienden el poder informal.
[4] Citados por Uribe, 2011, p.71.
[5] Citados por Uribe, op. cit., p. 55.
[6] Citado por Uribe, op. cit., p. 56.
[7] Cabe señalar que Hirigoyen (2001, p. 32) consideró que la violencia sexual no es parte del acoso moral debido a que está calificada penalmente y que el término acoso sexual es distinto teóricamente del acoso moral, reconociendo que con frecuencia se pasa de uno a otro.
[8] Producto de la comparación y fundamento de la rivalidad y competencia entre las personas.
[9] Que se transforma en ira y luego en violencia.
[10] De acuerdo con Hirigoyen (2001) la violencia se vuelve más sofisticada ─oculta─, conforme las personas elevan su nivel educativo.
[11] La víctima ignora la causa por la que es atacada (Hirigoyen, 2001).
[12] Es un ataque psicológico que implica la intención de agredir mediante bromas y que quien lo lleva acabo minimiza su intención e impacto manifestando que la molestia que causa en la otra persona “no es para tanto” (Hirigoyen, 2001).
[13] Gastralgias, colitis, diarreas, estreñimiento y úlceras de estómago.
[14] Problemas de tiroides, desarreglos menstruales o presión arterial elevada que no puede ser controlada, entre otros malestares.
[15] Depresión, irritabilidad, estrés postraumático, ansiedad, ataques de pánico, rasgos paranoicos cambios de personalidad, baja autoestima, miedo, pensamientos autodestructivos, culpa, remordimientos e ideación suicida, lo que ubica a este fenómeno como un riesgo de trabajo mortal.

domingo, 23 de septiembre de 2018

El pedo es aguantarse



Por: MariNú

Este año, el verano no ha llegado. Por lo menos eso indican las lluvias torrenciales que presenciamos casi a diario. El fluir de la lluvia no me molesta en realidad, cuando era niña me gustaba ver el agua caer del cielo y sentir cómo mojaba mi cabeza, sin duda disfrutaba verla fluir por el piso formando remolinos.
Lo que resulta molesto, problemático y a veces traumático es vernos en la necesidad de sumergir los pies en las enormes lagunas que se forman en las calles, avenidas y hasta en el metro, en esa agua que se mezcla con toda clase de líquidos y sólidos como: orines y caca de perro –en el mejor de los casos-, aceite o tierra.  El Sistema de Aguas de esta ciudad recientemente reportó 80 encharcamientos generados por las lluvias, pero siendo honesta, no son las torrenciales lluvias las únicas causantes del caos vial, lo es también la pésima planeación del drenaje y sobre todo el montón de basura que arrojamos a las banquetas pensando que por un papel, botella, vaso, plato o bolsa que dejemos ahí en la orilla nada pasará.
Y sí, no pasa nada, ni el agua. Esta es vital, porque es el principal componente del cuerpo humano, ya que éste que posee el 75% de agua al nacer y cerca del 65% en la edad adulta. En nuestro cuerpo este líquido se encuentra distribuido así: el 65% está en el interior de las células y el resto circula en la sangre y baña los tejidos, incluso el 25% de nuestros huesos es agua. Pero si este líquido no circula en nuestro cuerpo, entonces tenemos un problema de salud, como el edema, que puede ser un síntoma de cáncer. Es decir, acumular es detener, cuando algo no fluye pensamos que tenemos un problema, pero en realidad refleja que estamos teniendo una dificultad para dejar ir.
Ahora, recuerdo cuando consulté al médico porque tenía ya algunas semanas sintiéndome mal. Padecía un dolor muy fuerte en el abdomen acompañado de inflamación y diarrea alternada con estreñimiento. Él me preguntó si sentía gases, la verdad es que me quedé un par de segundos callada, no podía decir que sí, sin sentir pudor –los pedos son un tema tabú, sobre todo si eres mujer-, pero de cualquier modo asentí con la cabeza. Después de examinarme, me dijo que yo padecía colitis nerviosa, también llamada Síndrome del Colon Irritable (SCI), que en realidad no es una enfermedad, sino un conjunto de los síntomas que yo había descrito. Le pregunté cuál es a causa de ésta y me dijo que en realidad no se han determinado con exactitud y que el tratamiento se basaría principalmente en medicamentos para desinflamar y que el éxito de este dependería más de la dieta y de que dejara de tener estrés, que controlara mis emociones y ya.
No supe sí reír o llorar. ¿Dónde está el botoncito de off estrés? La Clasificación Internacional de Enfermedades en su décima versión explica que el estrés es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego varios mecanismos de defensa para enfrentar una situación amenazante o de demanda incrementada. Ante tal panorama, incrementé mi consumo diario de frutas, verduras y agua natural; además de caminar todo lo que podía e intentar no explotar ante las exigencias del día a día. Porque con un trabajo de oficina y un jefe demandante que se pasa el día gritando por todo, es difícil no sentirse alerta todo el tiempo.
Meses pasaron, pero no mis malestares. Recorrí consultorios alópatas de los más variados y especializados en donde aprendí algunos datos ilustrativos como que la colitis es primera causa de consulta al gastroenterólogo y que de cuatro personas que la sufren, tres son mujeres. Información interesante, pero inútil para sentirme mejor, por lo que decidí buscar otras opciones de tratamiento. Acudí a consulta con una médica homeópata muy simpática que de inmediato me preguntó ¿cómo te sientes?, no había otra respuesta: muy mal. La colitis era un problema de salud que estaba invadiendo otros ámbitos de mi vida, por ejemplo: asistir a comidas de trabajo, salir a comer con amistades o familiares resultaba muy molesto porque siempre tenía que llevar mis alimentos y sacar mis recipientes en pleno restaurante o sentirme mal por preguntarle todo el tiempo a los meseros qué contenía cada platillo y pedir que me sirvieran una versión especial. Una vez, cuando ordené unas enchiladas sin crema, sin queso y sin freír, el mesero de forma irónica completó ¿y sin tortillas, salsa, ni pollo?, la verdad quise golpearlo, pero me aguanté y sonreí.
El pedo es aguantarse. La homeótpata me recomendó dieta basada en fibra y unas gotitas para equilibrar mis emociones y así ayudar con el tema del estrés. También me advirtió que era de vital importancia no aguantarme, por lo que al sentir la necesidad de evacuar, orinar o dejar escapar gases debía hacerlo de inmediato. Esto último no era una tarea fácil, eso de estar a media llamada, platicando con alguien, en el mejor momento de una película o en pleno romance y salir corriendo al baño… en definitiva complica la vida, es un gran pedo, es incómodo y apesta.
Lo que siguió fue miedo a la comida. Consulté varios homeópatas, acupunturistas, terapeutas naturistas, herbolarios y que utilizan flores de Bach en búsqueda de un remedio efectivo para sentirme mejor, no sólo de los síntomas físicos, también de la frustración y el temor. Cada vez que me ponían enfrente cualquier alimento lo miraba con temor y desconfianza, porque después de dos años viviendo a medio comer, sintiéndome mal por no poder pedir un plato sin interrogar al mesero y de pelear con los médicos (as) y personas que insistían que lo mío era un problema que estaba sólo en mi mente, "aprendí" a mirar a los alimentos como los responsables de mi mal estado de salud.
Decidí conocer a mi enemigo. En mi desesperación, adopté como lema la frase de Sun Tzu: “Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no deberás temer el resultado de cien batallas”. Inicié indagando sobre los padecimientos psicosomáticos, de aquellos que no tienen cura, que no están asociados a una causa viral o bacteriana. Entonces, llegué a los escritos de Sigmund Freud, a los estudios sobre la histeria y las histéricas, que al igual que yo padecían en el cuerpo síntomas que eran asumidos por los médicos como irreales. También me adentré en la perspectiva que propone adentrarse en la historia del sujeto, en su forma de vida, sus relaciones sociales, personales, en sus conflictos, para relacionar la enfermedad orgánica con las características psicopatológicas.
Conocer al enemigo y después ¿Qué?... Con toda honestidad fue ilustrativo ese paseo por los textos psicoanalíticos de Papá Freud; no obstante, en mi realidad continuaba sientiéndome mal físicamente y con el mundo. Por un lado, el dolor era ya francamente insoportable y por el otro, el nuevo médico homéopata que había tenido que consultar porque la médica se casó y decidió no atender más el consultorio; ya no sabía qué más podía recetarme. Recuerdo con toda claridad su sentencia –casi de muerte-: “Debes cuidarte, porque así tendrás que estar el resto de tu vida”. Y entonces, quise llorar… y sí, ¡me aguanté!, porque antes que cualquier cosa, decía mi querida abuela, es mostrar que somos fuertes y aguantamos todo.
Adiós a la prisión y a la angustia. Sin nada que perder, un día decidí que ya mi situación, en general, era insoportable, tenía un trabajo que me gustaba, pero con un jefe controlador, una insatisfacción tremenda, demasiadas tristeza y rabia y un futuro en el que lo único seguro era que nunca volvería a disfrutar de la comida y que me iba morir. Así, un día pedí una cita con mi jefe y le solté así, sin decir más, que ese día renunciaba. Él se apresuró a pintarme un panorama tremendamente trágico en el que yo no iba a encontrar trabajo y de encontrarlo iba a ganar muy poco y al final me iba a arrepentir y viviría deprimida. Como se lo pueden imaginar, lo ignoré por completo y salí de esa oficina para no volver jamás. Me sentí libre de la angustia.
No existen las enfermedades, existen los enfermos. En esa época comencé a ser free lance, trabajaba tres días para descansar los siguientes 27 con un sueldo igual al que percibía en aquella oficina infernal. Un día mi hermana me habló de su maestra que era sanadora, pues creyó que ella podía ayudarme en mi recuperación. Pensé,  "ya no puedo perder más" y me apresuré a solicitarle una cita vía correo electrónico. De inmediato recibí respuesta y una propuesta para vernos esa misma semana. Llegó el día y francamente pensé durante horas en no ir porque me sentía muy mal, pero al final llegué a la consulta. Estando ahí, Jose, quien no sólo me ayudó a sanar, sino a cambiar mi vida, me explicó de manera clara y con toda la paciencia posible de qué iba el tratamiento: cuatro sesiones, una semanal y estaría sanada, porque las enfermedades no existen, las personas nos convertimos en enfermas cuando los patrones que aprendimos y los pensamientos que generamos crean experiencias y emociones que se traducen en problemas físicos. Lo sé, suena a cuento, pero ya estaba ahí y pues había que aguantar ¿no?.
Dejar ir lo que ya pasó. En el trabajo de sanación comprendí que el tema era el miedo a dejar ir. De alguna manera la mente inconsciente metaforiza en el cuerpo, puntualmente en el intestino, dicha dificultad (estreñimiento). Eso de estar trayendo al presente lo que hace tiempo había sucedido, vivir en el eterno autoreproche, quedarse con lo que nos hace daño, revolcarse en el fango pegajoso del pasado, era abrazar con cariño la mierda. En la primera sesión, comprendí esto y decidí que la serenidad que necesitaba para vivir el presente, el aquí y el ahora, sólo podía lograrla si permitía que todo fluyera, me liberaba del pasado y tenía la certeza de que todo estaría bien. Sí, comenzaba encontrar el camino hacia el botón off estrés.
Creer en lo imposible. Al salir de esa primera sesión me sentí tan feliz,  animada, ligera y sobre todo desinflamada. Llegué a casa sintiéndome una persona más alegre y positiva, por lo que cuando me sirvieron un rico plato de enchiladas de mole negro de Oaxaca, decidí comérlas en un aparente acto de confianza –y quizá suicida-. Ya no sentí miedo porque tuve la certeza de que todo iba por buen camino y así fue. El trabajo de sanación fue más complejo, doloroso y a la vez maravilloso, de lo que he relatado y de lo que ahora puedo tener la seguridad es que el pedo, mi pedo, era aguantarse, quedarme en silencio cuando quería decir que no estaba de acuerdo, contener la tristeza y la ira, atarme a recuerdos dolorosos y a personas egoístas, conservar situaciones que me desagradaban o lastimaban, por sentir miedo e inseguridad ante lo nuevo. Así, acumulé tanta "basura" que la energía de la vida se estancó, como sucede con el agua en las alcantarillas en esta época del año. Lo que me pasaba era que me había acostumbrado a vivir en el pasado o en el futuro y nunca en el presente.

El albur

Por: Mari Nú, 2013
El albur, un modo de comunicación que para algunas personas puede ser una vergüenza, mientras que para otras es un orgullo, tal es el caso de quienes viven en el barrio bravo de Tepito, en donde se ubica EL CENTRO DE ESTUDIOS TEPITEÑOS DE LA CIUDAD DE MÉXICO, también conocido como CETEPIS, que se dedica a realizar varias actividades enfocadas a la defensa del barrio frente al urbanismo depredador y la ‘fayuca’ cultural, ya que la constante de Tepito a lo largo de la historia es que siempre ha sido un barrio de resistencia. Entonces, como lo relata ALFONSO HERNANDEZ, director de dicho centro, en 1984 decidimos ‘inventar’ este espacio donde recopilamos toda la historia del barrio desde la época prehispánica hasta nuestros días, lo cual nos ha llevado a hallazgos impresionantes y a valorar muchos lugares y espacios de Tepito que no están registrados en la historia oficial.

En este empeño Alfonso Hernández y Lourdes Ruíz, campeona nacional de albures, imparten el diplomado de albures finos. Esta actividad busca reivindicar la picardía mexicana desde aspectos de la fenomenología del relajo en cuatro sesiones, a través del aporte de conocimientos contextuales, lingüísticos y discursivos planteados por estas dos personalidades del barrio de tepito.

Alfonso y Lourdes se han propuesto alfabetizar a las y los habitantes de esta ciudad y a quienes estén interesados en aprender los mecanismos del albur fino, que va más allá del refrán popular, pues este tipo de albur se apoya en la dualidad de la sexualidad, recreada verbalmente con la picardía y la cábula de la poesía erótica. Sus niveles diferentes de ironía son los que distinguen el carácter y el humor festivo de cada barriada u oficio, así ellos proponen que para encarar la vida mucho ayuda una cotidiana y necesaria dosis de risaterapia alburera.

El albur, según los investigadores tuvo su origen en la época prehispánica, ya que los pueblos Nahuas tenían un género de canto de doble sentido y de sugerencia sexual conocido como los "cantos de cosquilleo." Posteriormente, la combinación de esta tradición con el idioma español fue lo que generó lo que se conoce hoy en día como el albur.

Pero, ¿qué es el albur? El director del CETEPI, Alfonso Hernández define el albur como un proceso de gimnasia mental cuya esgrima popular y callejera se resuelve en un duelo verbal entre el individuo que lanza el reto y quien lo toma o lo provoca. Alburear revela el lúdico caló del populacho expresado en verso y sin esfuerzo, con una fuerte carga sentimental que alude al acto y a los órganos sexuales en todos sus usos posibles y sus metáforas imposibles: Órale, que te juego un volado de tu raya contra lo que me sobra…

Desde el ámbito académico responde Helena Beristáin, especialista del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, quien considera que calificar al albur como vulgar y de mala educación es como maldecir las funciones sexuales y corporales. “Es como cualquier juego y tiene su lado positivo donde se pierde o se gana". Beristáin considera que el albur nació como un lenguaje de las clases populares para no ser entendido. En la actualidad es conocido en todo el país y cualquier extracto social lo maneja. El albur se trata de un enfrentamiento entre dos partes en el cual pierde quien no puede responder al contrincante con otro albur.

Los albures originales tienen un elemento de creatividad y son considerados como juego de palabras. En varios contextos y lugares, expresiones como el albur pueden ser un signo de familiaridad o parte de la jerga habitual de un cierto grupo, aún cuando sean malsonantes. Además, este lenguaje es parte de un sistema que es considerado parte avanzada del lenguaje soez o superior al lenguaje soez común e intenta relacionar las palabras y los contextos al mismo tiempo en que se dicen.

El albur puede nacer no necesariamente del significado literal de una palabra, sino de la fonética, con la que por lo general termina una palabra, por ejemplo "pollo"-"hoyo"; pero también el inicio de una palabra, quizá la primera o la primera y segunda sílabas pueden dar pie a parte del significado. El albur, se considera un género de comunicación "típico de la Ciudad de México" debido al ingenio con que se elabora en los barrios populares, sobretodo los del centro, aunque de hecho la mayoría de la población lo practica.

Para Carlos Gómez Carro de la UAM Azcapotzalco, en el artículo “Épica y estética del albur”, éste es una manifestación de carácter marginal, alterna y contracultural. Un mordaz ejercicio de desobediencia, poco documentado, de la cultura sometida y aunque una de sus fuentes es la picardía, su peculiaridad se alimenta de un pasado sin una memoria explícita, fuera de la herencia occidental.

Según Armando Jiménez, los albures son “zancadillas verbales teñidas de alusiones sexuales”, este autor tiene el mérito, quizás, de ser su mayor difusor y sacarlos de la penumbra en la cual presumiblemente se mantenían antes del siglo XX. No falta quien observe que "La nueva picardía mexicana", de su autoría, es el libro más difundido en lengua castellana, después del Quijote. Pero el volumen de Jiménez está lejos de pretender ser un estudio erudito, pues lo que se propone es ser un eficaz compilador de la jerga popular que satiriza al pudor y hace un homenaje constante del habla popular, y aunque en los libros de Jiménez encontramos una persistente burla de las buenas costumbres y un desdén implícito por el habla "culta", su estilo literario es impecable, y como señalara Roland Barthes respecto a la obra de Sade, sus frases "sucias", bien podrían servir de ejemplos gramaticales. La obra compiladora de Jiménez se ciñe a los hábitos gestados por la tradición alburera, en donde se advierte un notorio desdén por los estudiosos del tema que procuran encasillarlo, a pesar de los prestigiados nombres que prologan su obra.

Hay la evidencia de que el albur encierra, en principio, una disputa entre dos participantes: el alburero y el albureado. El primero es, en la concepción más difundida (incluyendo los apuntes de Jiménez y de Paz), un homosexual "activo" y el segundo un agente "pasivo"." Tal juego verbal presupone un ganador y un vencido; este último es aquel que se traga las palabras del otro al no poderle responder con la eficacia debida.

Carlos Gómez nos aclara: "Lo principal es entender lo que están diciendo, así que póngale ojo y preste atención". Si alguien dice: "nalgas", una respuesta puede ser: "se las surto aunque estén gachas", y el otro dirá para esquivar: "yo las pido y tú te agachas". Si alguien a uno le insinúa a modo de halago: "qué bonita chaqueta", se debe responder: "hazme el favor", y el otro asimismo responderá: "me haces gracia".

Quien predomina como emisor se exhibe como el vencedor de la contienda frente al abrumado receptor. El alburero "abre", por medio del lenguaje, al albureado y en eso encuentra su satisfacción, ese "abrir" la intimidad del albureado en donde metafóricamente éste es penetrado por aquél dentro de un lenguaje cargado de alusiones sexuales, lo cual facilita la concepción de que se trata de un juego homosexual, pues el albur es una práctica, aunque no de modo exclusivo, preferentemente masculina.

Al respecto, Gómez reflexiona, en los medios masivos de comunicación, por contraste, encontraríamos el mismo dilema: "el mensaje es el medio" como advirtiera McLuhan, en donde el receptor se "traga" las palabras y las imágenes del emisor, del dueño del poder, sin reales posibilidades contestatarias: le "lavan el cerebro", penetran en su conciencia, casi siempre con su plena aceptación, sin que éste se sienta burlado. Pero a nadie se le ha ocurrido que sea una relación "homosexual" entre un emisor "activo" y un receptor "pasivo", o como un intolerable abuso de poder. De manera que aún a sabiendas de que entre la mayoría de la gente "decente" el albur es un juego "vulgar", del cual no están dispuestos a participar, resulta más civilizado que las emisiones radiales, gráficas, televisivas y cinematográficas a las cuales la vida cotidiana nos acostumbra, porque el alburero puede "perder"; el emisor de un mensaje televisivo, muy difícilmente. El juego del albur, en este sentido, está más cerca de la mayéutica socrática, como método, que el pensamiento de Occidente, pues se sostiene en el vértigo de la pregunta y la respuesta, como ejercicio de indagación del conocimiento, entendido éste como vislumbre del origen. En la práctica, se trata de un adiestramiento, el cual requiere de una gran habilidad mental en el manejo de alusiones ocultas que deben ser descifradas para construir con rapidez una respuesta tan eficaz como la artimaña urdida en el lance del florete, en un duelo de esgrimistas, que procura introducirse en el corazón mismo del rival.

Quizás lo que resulta menos reconfortante para nuestra buena conciencia es la obsesión fálica del albur. Pues existen más de ochenta maneras de nombrar al pene. La lengua del alburero se convierte en un falo alegórico, cuya destreza es puesta a prueba en la competencia, de modo semejante a como la espada se convierte, para el guerrero, en una extensión del brazo.

La idea es que uno de los contrincantes "doblegue" al otro con su "falo" simbólico, pues la "lengua" (como órgano) no aparece, sintomáticamente, en la terminología del albur; de modo que la "ausencia" de la lengua hace de ella la clave oculta del juego. Su omisión la hace presente. Además, y esto es uno de sus rasgos civilizados, no hay albur si el otro se niega a participar; el albur es, siempre, diálogo. En cambio, la televisión nos "doblega", aun si nos negamos a su asimétrico juego.

El albur, propiciado por el relajo, su pariente cercano, el cual, como indicara Jorge Portilla en su Fenomenología del relajo,"...es un desequilibrio deliberado de la disciplina, una manera de no someterse a los rigores de las formas canónicas impuestas al relajiento; un modo de no tomarse en serio lo serio, lo cual responde a un profundo sentido de desconfianza de quienes lo practican por los grandes valores de los que, al sentirse marginado de sus beneficios, prefiere burlarse de ellos y transgredirlos a través del relajo. Así, la estética del albur se encuentra no sólo lejos del "buen gusto", sino por el contrario, se propone impertinente.

Al respecto, el psicoanalísta Helí Morales en su artículo "Los albures de la vida", considera que habrá quien piense que los albures no tienen honores para presentarse ante la literatura o el psicoanálisis. Pero para aquellos que desprecien esas formas del lenguaje por presentarse ajenas a la academia y a la alta literatura sépanse que La Picardía mexicana de Jiménez fue prologada por Camilo José Cela, un libro de Dichos y refranes de la picardía Mexicana por Gabriel García Márquez, Tumbaburro de la picardía mexicana por Pablo Neruda y la Nueva picardía mexicana por Octavio Paz. Sí, todos ellos merecedores del Premio Nóbel de Literatura. Así, en contraste con la apreciación de que el albur es vulgar; Morales, considera que es un duelo verbal donde la elegancia para manejar los brillos de la lengua es lo que más se aprecia, pues un albur burdo es grosería, mientras que uno fino, es flor de ocurrencia.

Para estudiar al albur Helí Morales retoma lo trabajado por Sigmund Freud en el célebre libro: El chiste y su relación con el inconsciente. Y del extenso análisis que Freud hiciera sobre el chiste, Morales señalar dos de sus aportes fundamentales: el chiste tiene como materialidad al lenguaje y segunda, su espacio es el texto. Es decir, lo que hace a la estructura del chiste no es el contenido sino la textura de su armazón.

De hecho se sabe que para hablar del sentido del humor se necesita tener muy poco sentido del humor porque, como en el chiste, lo importante no es el contenido sino el modo de decirlo. Quien explica lo que quiso decir un chiste, lo mata. De hecho lo chistoso del chiste es que no necesita explicación o que su mensaje es la forma como el lenguaje se burla del mensaje. Freud avanza siempre tomando la materialidad del lenguaje como el campo del chiste. Así investiga sus técnicas para mostrar cómo funciona. Para él hay tres técnicas: 1.- La condensación 2.- La múltiple acepción del mismo material y 3.- La del doble sentido.

Al final, para Freud el chiste es como un sueño que se presenta de día. El sueño y el chiste están armados desde las mismas vías del inconsciente. Pero no nada más. Sueño y chiste se nutren de la viscosidad del deseo vertida en las palabras. El sueño es la realización figurativa del deseo, el chiste también, pero termina en risa. El chiste juega con las palabras para burlarse de los obstáculos al deseo; es la realización de un recurso textual para librarse de la crítica. De allí el estallido de placer. El chiste disloca las censuras para producir risa. Pero aunque el sueño y el chiste comparten arquitectura y mecanismos, una diferencia importante es que el chiste es la cara social del inconsciente.

En el caso de los albures evocan la sexualidad mediante la metáfora. Vean si no. En la picardía mexicana se explica el mecanismo del albur: “Pongamos el caso que alguien diga ano, se contesta: préstame atención. Cabeza: Me ve Sara. Chaqueta: Hazme un servicio. Chile: Me agarras desprevenido. Chiquito: ¿mande usted? Pero, considera Morales: "...lo más picante del asunto es que no se trata de placer como en el chiste común, hay algo que inquieta, que incomoda, que hace que uno se ponga duro, siéntese sino a reflexionar en que muchas de estas charadas no mueven a risa ni producen placer. Incluso pareciera que no están hechas para eso." Muchas veces el que se ríe es el testigo del duelo verbal. Hay algo que disloca. Sí, la violencia. Hay en todos estos juegos una agresión verbal que intenta penetrar al otro. De hecho, digámoslo de una vez, no se trata de placer sino de goce. Sí, de un goce que siendo específico del lenguaje no debe dejar que el cuerpo se meta. Se habla para no tocar. Así, para este psicoanalista, el albur no es un juego homosexual, es un duelo fálico; es una trifulca entre hombres, por lo que concluye que si se alburea a una mujer no hay juego sino agresión.

En México muchos creen que el albur es sólo para hombres, pero desde hace algunos años las mujeres parecen ganar terreno. Lourdes Ruiz es un ejemplo, pues en las calles del llamado "barrio bravo" la comerciante aprendió a defenderse de las alusiones sexuales y desarrolló tal habilidad que en 2007 fue designada la campeona nacional de los albures y hasta el momento, nadie ha logrado destronarla. Así, decidió enseñar a otras mujeres porque si bien puede ser un lenguaje lúdico, también suele resultar molesto. El albur, para Lourdes resultó una inusual herramienta de igualdad.

Otra mujer, que en su blog, trata el tema de los albures es Dulce Reyes, también conocida como "Mamá Testa!", ella escribió un breve texto sobre Melón y Melames, esos dos amigos que deciden hacer algo juntos, y al segundo invariablemente le toca bailar con la más fea. Pueden o no tener métrica y rima, pero la palabra final siempre tiene una connotación sexual, refiriéndose al miembro viril, por ejemplo:

Entre Melón y Melames
fundaron una orquesta
Melón tocaba el trombón
y Melames la corneta

Y así, tendríamos una pléyade de versículos (presten atención) donde Melames terminaría, pues efectivamente lamiendo; los huevos, las pelotas, la pistola, la pelona, la macana, el monstruo, la riata, el cíclope, el paquete, el gonzo, el cheto, y un amplio y nutrido etcétera.

Lo que Dulce hace notar es que muy pocas veces se encuentran composiciones que se refieran a la vulva; porque, ella explica, que el albur está pensado de hombres para hombres. Por lo que ella les propuso a sus lectoras un ejercicio de creación, pensar en eufemismos para la vagina, que aludan exclusivamente a ésta, dando inicio con propuestas tan ingeniosas como:

Entre Melón y Melames
hicieron una ensalada,
Melón trajo las verduras
y Melames la papaya.

De esta manera, esta joven chilanga busca por un lado, contribuir al acervo de albures, ya de por sí basto, y por otro, sin albur, incluir una visión femenina, que no sé si feminista, de esta forma de expresarse típica ya de nuestra ciudad.

Así, les invito a dejar a manera de conclusión que Alfonso Hernández expresa: "El arte de alburear está fundado en la ruptura con lo solemne, penetrando la mudez del otro, hasta apoderarse brevemente de ella. Pues con tal instintivo afán, el alburero recobra el antiguo propósito guerrero del erotismo sagrado, preñando al albureado con un sofisticado verbo ideológico, condensado metafísicamente entre lo sagrado y lo mundano; ensartando, con el dedo sin uña, al que se deje o se apendeje."

Guión del Programa "T.E.S.I.S." escrito por Mari Nú y emitido por Vórtex Radio Comunidad el 20 de octubre de 2013.

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