jueves, 10 de noviembre de 2022

Lo virtual, es real. Las activistas feministas en contra de la violencia en el ciberespacio


Por: Maricruz Gómez

Martín y Michelle se conocieron hace un par de días. Ella no le dio su número, pero él se lo pidió a Sofía. Michelle le dijo a Martin que no le interesa tener una relación, pero él insiste y le envía el siguiente mensaje “¿Qué tal si voy a verte y me meto a escondidas a tu casa?”.

Este es sólo un fragmento de la obra de teatro “Menos mal que es torpe y que me quiere, si no me quisiera y fuera hábil, WhatsApp sería un arma horrible”, pero según los resultados publicados por el Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA, 2019), el 60% de las víctimas de ciberacoso en México son mujeres de 12 a 29 años.

Esta obra fue escrita por Sara F. Flores, Daphne Nájera Villeda y Gayatri Morales Fregoso, jóvenes feministas, integrantes y fundadoras del Colectivo Jermú; que tiene por objetivo generar discursos que propicien el diálogo, la inclusión y la solidaridad desde el quehacer teatral, entendiéndolo como un espacio de disidencias, con perspectiva de género y compromiso ético.

“Menos mal que es torpe…” es una obra de teatro que sucede mediante mensajería instantánea y surge como respuesta a la necesidad de generar nuevas formas de hacer teatro en medio de la crisis sanitaria mundial. El público se adentra en la vida de Michelle y Sofía, quienes son primas y estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que viven de manera independiente de sus familias, en un departamento de la ciudad de México. Las imágenes, mensajes de texto y las calcomanías digitales nos muestran la historia y por qué todo termina tan mal entre los y las personajes.

Las integrantes de Colectivo Jemú están conscientes de que los personajes masculinos son poco complejos y que no todos los hombres son como ellos, pero se sienten sorprendidas cuando el público señala que las conductas de Martín y Raúl son exageradas, pues ellas consideran que han sido demasiado “tibias” al plantearlas, comenta Sara F. Flores.

La romantización del acoso es el fundamento de la conducta de dichos personajes, pues como lo explica Gayatri Morales, a los chavos se les enseña que “ligar” es acosar. Estas jóvenes feministas han recibido mensajes de los espectadores que les dicen que se sienten identificados con los personajes masculinos y su conducta.

Las interacciones entre los personajes: Michelle, Sofía, Cami, Raúl y Martín, están basadas en la investigación realizada por estas jóvenes creadoras y también en su experiencia personal. No obstante, algunas personas expresan que les molesta que su trabajo tenga una perspectiva feminista y otras, afirman que la violencia digital no es importante o que no existe, se resuelve con no enviar fotografías.

En contraste, Social TIC, Luchadoras y la Asociación por el Progreso de las Comunicaciones, generaron una tipología en la que se observan 13 categorías de agresiones hacia mujeres en el ámbito digital: acceso no autorizado, control y manipulación de la información, suplantación y robo de identidad, monitoreo y acecho, expresiones discriminatorias, acoso (conductas sexualizadas o no); amenazas, difusión de información personal o íntima sin consentimiento, extorsión, desprestigio, abuso y explotación sexual relacionada con las tecnologías, afectaciones a canales de expresión y omisiones por parte de actores con poder regulatorio (La violencia en línea contra las mujeres en México, 2017).


La internet y la calle son igualmente peligrosas


El acoso digital es el tipo de violencia que más padecieron las participantes de “Chidas en Línea. Un estudio sobre el Impacto de la Violencia Digital contra las Adolescentes en México” (2021), mujeres entre los 12 y 17 años. Algunas de ellas también reportaron haber sufrido la difusión de contenido íntimo sin consentimiento (nudes) y el abuso sexual relacionado con la tecnología.

Las agresiones que se reportaron con mayor frecuencia en dicho estudio fueron el monitoreo y acecho (5%), el control y manipulación de la información (4%), la suplantación y robo de identidad (4%), la difusión de información personal (3%), la extorsión (3%), el desprestigio (3%), las afectaciones a los canales de expresión (4%) y la omisión por parte de actores con poder regulatorio (3%).

En lo que respecta a las personas agresoras, dicha publicación muestra que, de 168 participantes, 81 señalan que sí conocen a sus agresores y refieren que se trata de ex parejas, compañeros de escuela, amigos y familiares, aunque también reportan que han sido agredidas por mujeres.

Por su parte, Candy Rodríguez activista, periodista y representante en México de Acoso.org, explica que el enfoque feminista ayuda a entender que en la internet se replican muchas violencias y que las mujeres y las disidencias sexuales son atacadas de maneras específicas vinculadas con su sexualidad, el activismo que realizan y los discursos que enuncian, como lo vimos recientemente con la persona no binaria que solicitó que le llamaran “compañere”, desencadenando burlas y reclamos en su contra.

“Internet se me hace igual de peligrosa que la calle” comentó Gema de 16 años participante del estudio “Chidas en línea” (2021). La internet es más que una herramienta o redes socio digitales, es un espacio que se habita, en el que colaboramos, socializamos, interactuamos, generamos información y construimos comunidad, por lo que los fenómenos como la violencia, también se replican, por ejemplo; el racismo, el clasismo, la homofobia, entre otros, menciona Irene Soria Guzmán, hackeractivista, académica y representante de Creative Commons México.

Para Sara, la violencia digital se refiere a la vigilancia, el control o la manipulación de los canales de información digital cuyo objetivo es dañar a una persona. Esta violencia es parte del sistema patriarcal que ha permeado nuestra sociedad durante años, por lo que en el ámbito digital se perpetúan las mismas prácticas, sólo que en diferente formato. Ella enfatiza que no hay una clara separación de lo que ocurre on line y off line, ya que no por ser virtual es menos real.

La violencia digital nos afecta en distintos ámbitos de nuestra vida, aunque no estemos físicamente cerca. Ser acosada mediante las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) provoca enojo, inseguridad, miedo, frustración, desconfianza y afectar la salud mental (MOCIBA,2019). Además, los mensajes amenazantes pueden transformarse en agresiones reales y poner en riesgo la integridad física de las mujeres, señaló Rodríguez.


La internet y el teatro serán feministas o no serán


La prevención y atención de la violencia digital, en opinión de la representante de Creative Commons México, deben partir de una perspectiva feminista, ya que los imaginarios e ideas respecto a lo que deben hacer las mujeres provoca que ellas se alejen de los conocimientos, el uso y la apropiación de las tecnologías. Las coloca en clara desventaja en este ámbito, pues dificulta que inicien procesos de seguridad digital y autocuidado que las protejan de las agresiones en línea, comenta Candy Rodríguez.

Las ciberfeministas y hackerfeministas, son grupos de mujeres que surgieron hace 20 ó 30 años y luchan en contra del robo de la identidad, la violencia digital y crean sus propias herramientas. Sus acciones se basan en principios creados colectivamente por ellas y se derivan de la certeza de que las mujeres pueden aprender de manera colectiva, autónoma y libre y construir procesos de autoformación mediante la metodología del feminismo popular y la pedagogía popular feminista.

La internet es un espacio político en el que las mujeres pueden reclamar sentirse libres y no violentadas. Ellas se convierten en sujetos políticos capaces de tomar agencia para disminuir su vulnerabilidad en el ámbito digital, afirma la periodista y representante de Acoso.org.


En sinergia, las activistas feministas publican estudios, análisis, informes y guías para prevenir, atender y erradicar la violencia digital y parten de que el uso de la internet es un derecho humano que está ligado al derecho a la información y está adherido al derecho a las mujeres a vivir una vida libre de violencias. Para ellas es necesario apropiarse de las herramientas tecnológicas para conocer otras realidades, romper mandatos de género y círculos de violencia (¿Cómo podemos realizar nuestro taller ciberfeminista?, 2021)

La prevención y la información con perspectiva feminista, resultan relevantes para mitigar el impacto de la violencia de género y particularmente aquella que sucede en el ámbito digital, conscientes de esto las integrantes del Colectivo Jermú se unieron para hacer teatro, Sara afirma: “tenemos la cultura de que el teatro será feminista o no será, atendiendo temáticas actuales y urgentes, y nuestro quehacer se encamina a comunicar, informar, prevenir y denunciar la violencia de género”.

“Menos mal que es torpe…” es una obra que tiene dos líneas: la primera, decirles a las mujeres que están viviendo violencia digital, que no están solas; y la segunda, invitar a las personas que están alrededor de ellas, a acompañarlas y no agredirlas o revictimizarlas. Durante su desarrollo se informa al público sobre: sexting y nudes seguras, casas de acompañamiento e instituciones que pueden apoyar e informar sobre violencia de género, cómo llevar a cabo las denuncias y los pormenores de la Ley Olimpia.

Las integrantes del Colectivo Jermú consideran que el teatro tiene la potencia de permitir “ver desde afuera” y generar empatía en quien mira para llevar a las personas a una reflexión, conciencia y cambio de actitud respecto al fenómeno de la violencia digital, como lo menciona Gayatri: “en el momento en el que hay una persona viendo la obra y se da cuenta de que la actitud de Raúl hizo sentir mal a Sofía, o cómo se sintió ella cuando Cami rompió el silencio y decidió acompañarla, es posible que modifique su comportamiento a partir de lo que ya vio”.

Sara comenta que han invitado a la obra a quienes las han acosado mediante redes socio digitales y notan que ellos cambiaron la forma de comportarse, “a mí me pasó que sí entienden eso y saben que no está chido tener estas prácticas y sí le bajan, o las modifican, no puedo decir que son otras personas gracias a nuestra obra, pero si he notado que se dan cuenta cuando llevan a cabo estas conductas, incluso aclaran: no quiero sonar como Martín, pero ¡Hola! ¿Cómo estás?”.


“En esta situación la única que me pudo ayudar fui yo misma investigando hasta encontrar al feminismo” Julia, 13 años (Chidas en línea, 2021).


Las activistas Irene Soria y Candy Rodríguez coinciden en que no hay una receta para evitar sufrir violencia digital, de hecho, la consideran inevitable. No obstante, recomiendan iniciar un proceso de seguridad y autocuidado digitales que implica una mezcla de prácticas, toma de conciencia y el uso adecuado y estratégico de las herramientas tecnológicas.

Un ejemplo es la autodefensa feminista, es decir, un tipo de protección basada en tres pilares: la parte física, la psicológica-emocional y la grupal. Esta forma de intervención aborda el empoderamiento personal y colectivo de las mujeres, con el objetivo de erradicar la violencia machista.

La académica y representante de Creative Commons recomienda: revisemos nuestras redes, ¿qué información tenemos disponible en Facebook?, ¿mi información es pública?, ¿sólo la ven mis amigos (as)?, ¿conozco a las personas que tengo agregadas?, también es importante preguntarse ¿qué queremos que vean otros (as) de nosotros (as)? ¿Tus perfiles de redes sociales tienen tu nombre completo y tus datos reales?

Por otra parte, es imprescindible crear contraseñas seguras, abrir sesiones en computadoras propias, pues de lo contrario se abren canales para que otras personas lleguen a tu información, fotografías y videos. Es recomendable usar llaveros de contraseñas y cambiarlas con regularidad; recordemos que el hackeo, vulnerar la seguridad de los sistemas informáticos, cuentas y redes personales, es el menor de los orígenes de situaciones como el robo de identidad e información, enfatiza Soria.

Encontrarnos involucradas en una situación de violencia digital es una experiencia difícil, pero es importante mantener la calma, no negar lo que está sucediendo, identificar el tipo de violencia y ataque, y generar estrategias efectivas y puntuales, para disminuir el estrés. También es sustancial construir redes de apoyo y de acompañamiento con perspectiva feminista basadas en vínculos sororos, recomienda la académica Soria.

Daphne Nájera comenta que en su obra los personajes femeninos se posicionan y sostienen unas a otras, desde la sororidad para evitar un desenlace trágico. La sororidad, forma cómplice de actuar entre mujeres y propuesta política de los feminismos, ha sido clave para apoyar emocionalmente a quienes sufren violencias por razón de género, mediante la escucha atenta y la no revictimización, es decir, evitar culpabilizar a la víctima de las violencias que ha sufrido. 

Respecto al silencio cómplice, Sara destaca que: aunque no seamos quien sufre violencia digital, es importante estar conscientes de que se trata de romper el pacto patriarcal, de levantar la voz para no ser parte. Es verdad que tú no pediste ver esa situación, ni ser testigo o enterarte de lo que estaba haciendo tu mejor amigo (a) y no tiene por qué ser tu responsabilidad, pero sí la es, una vez que ya sabes qué sucede, te corresponde decidir ¿callarte? o terminar con eso.


Además de hablar respecto a lo que sucede para tener conversaciones incómodas, pero necesarias, se recomienda documentar todo, anotar cuándo pasó y tomar capturas de pantalla. Aunque es una realidad que no queremos ver esos mensajes o imágenes, también lo es que, para denunciar, si así lo decidimos, debemos aportar pruebas, por lo que es necesario conservar esa información. 

Irene Soria sugiere a quien vive acoso en redes socio digitales que: “es importante no engancharse, es decir, no alimentar al troll, no darle insumos para que te siga molestando; lo que no significa ignorarlo, sino evitar que esa persona tenga tu atención y te afecte, pues tú tienes derecho a vivir una vida libre de violencia en línea. Haz lo que te haga sentir bien”.


“Hace cinco años, cuando iba en secundaria tenía un novio y le mandé fotos íntimas mías y después me enteré de que otras personas las tenían” Marisol, 17 años (Chidas en línea, 2021).


El estudio realizado en 2019 por Ilce Gutiérrez, egresada de la Universidad Autónoma del Estado de México, en el que participaron 838 estudiantes de los tres grados de secundaria, reporta que 11 mujeres de 297 enviaron vídeos, fotografías íntimas y/o sensibles a amigos por Facebook y 26 personas difundieron este tipo de material con el objetivo de humillar u obtener algún beneficio. Estas prácticas están relacionadas con el sexting, es decir, el envío de imágenes y audiovisuales íntimos de contenido erótico o/y sexual, mediante las TICs.

Al respecto, Sara comenta: “nosotras como colectivo no entramos en la polémica diciendo si está bien o mal, porque pensamos que ese no es el punto. El sexting es una práctica común que nunca es completamente segura porque el medio de intercambio no garantiza confidencialidad, aun cuando seas precavida. Por lo anterior, nosotras consideramos que lo importante es informar para prevenir”.

“Si sientes duda es no, si no es un rotundo sí; también es no y no hay razón para sentirse presionada”, comenta Sara. Cuando alguien practica sexting su decisión debe basarse en un deseo personal y no ser consecuencia de imposiciones externas. Para Gayatri, es muy importante que antes de enviar mensajes, las personas estén seguras de querer participar y que ambas estén de acuerdo. El consentimiento, fundamental en toda interacción física y virtual, es el tema central. 

Las jóvenes activistas feministas conscientes de que la información, el conocimiento y la conciencia son herramientas para hacer frente a la violencia de género en cualquier ámbito, trabajan en apego a los Derechos Humanos y de las mujeres construyendo estrategias para la prevención, atención y erradicación de la violencia de género, pues consideran que las mujeres y las personas que integran las diversidades sexo genéricas tienen derecho a vivir una vida digna y libre de violencia, también en el espacio digital.


Mi ojo es mi corazón. Pola Weiss videasta que hizo público lo privado


El presente texto comparte reflexiones en torno a lo privado (emociones) y lo público, el performance como arte compartido en el que es indispensable la mirada de otras personas. Esto a partir de mi encuentro con el trabajo de la videasta mexicana Pola Weiss. ¿Qué tenemos en común? Sólo el hecho de que nacimos el mismo día, un 3 de mayo. Los ejes temáticos serán: el arte, el feminismo, el performance y la obra de Weiss, específicamente: “
Mi Co Ra Zón” (México, 1986).

Es importante iniciar diciendo que el arte y su historia son falocéntricos, Esta es la denuncia inicial de los feminismos, que a partir de la década de los 70, buscaron romper con la representación del artista masculino universal. El arte feminista busca mostrar que lo que conocemos socialmente como “femenino”, es la construcción que engloba las evidencias de la dominación, como lo son los imaginarios sociales y culturales que relacionan a las mujeres con lo débil, sensible y emocional, que además es valorado de manera negativa.

El arte y el performance que emanan de dicha perspectiva problematizan temas como: el aborto, la maternidad, el matrimonio, los roles y estereotipos de género, lo público y lo privado, entre otros temas. Para estas artistas, la premisa propuesta por Judith Butler en cuanto que el género y el sexo son construcciones sociales, está presente. Cuestionan la “universalidad” de la “genialidad” masculina que es vista como estándar máximo de lo que es el arte. Esto permite ver como artísticas expresiones plurales, personales y subjetivas, basadas en la experiencia de las mujeres, sin que esto demerite el valor creativo y económico de la obra. Lo que facilita incluir temas sexuales, raciales y en general, aquellos que habían permanecido en la marginalidad. 

Sin embargo, cabe preguntar si toda obra producida por mujeres es feminista. El incluirlas o excluirlas de este enfoque no sólo implica que la artista se asuma como tal, sino que sea posible reconocer en las piezas una postura política estética feminista, a partir de las preguntas: ¿Qué plasman en la obra? ¿para quién se produce? y ¿Para qué? Aunado a lo anterior, considero relevante la respuesta dada por la artista conceptual norteamericana Mary Kelly a la pregunta: ¿Cuál es la problemática de las prácticas culturales feministas? Esta señala que el arte feminista es la resignificación del espacio subalterno desde donde han expresado la producción artística y cultural las mujeres para convertirlo en un lugar de subversión política.

Así, el arte feminista se caracteriza por la creación colectiva equitativa y es una clara invitación a deconstruir lo establecido culturalmente como “femenino” para generar otras imágenes y representaciones de las mujeres para transformar las experiencias propias y de las otras mediante, por ejemplo, discursos estéticos visuales que constituyan actos políticos de representación. Por lo anterior, su materia prima, herramienta y medio es el cuerpo propio, el social y el de las mujeres. Yo agregaría, que también tiene la intención de liberarse de la imposición de la representación masculina y del deber ser patriarcal.

El arte feminista plantea una relación dialéctica entre la obra artística y la sociedad; entre quien aprecia la obra y su creadora, entre las artistas actuales y las del pasado. Dada su fuente, está ligada a la protesta y la lucha social enfocada a erradicar el sexismo, el racismo, la violencia y cualquier otro fenómeno resultante de las relaciones de poder que dañe a las personas o que vaya en contra de sus derechos humanos, lo que abre un espectro que actualmente da origen a una diversidad genérica, racial y de luchas.

Las artistas retoman la premisa de Kate Millett “lo personal es político” y la resignifican al decir: “el cuerpo es político”. La corporalidad es entonces el lugar donde radica la experiencia y el medio de expresión para denunciar las relaciones de poder que son origen de prácticas violentas que atentan en contra de los derechos esenciales de las mujeres y romper con esto, las dicotomías jerarquizadas: hombre-mujer, público-privado, objeto-sujeto o activo-pasivo, por mencionar algunas.

De ahí que el arte acción o performance sea una posibilidad de generar arte desde una perspectiva feminista que permite hacer de éste, la artista y la obra espacios políticos, una herramienta de lucha y un medio de denuncia que “ataca”, interpelando al público, en distintos ámbitos: el cognitivo, el psíquico y el simbólico. Es más que sólo una disciplina artística, es un campo de conocimiento amplio, híbrido y multidisciplinario en el que la improvisación y la participación del público son aspectos relevantes. Se nutre con campos de conocimiento considerados académicos y / o científicos, y de aquellos desdeñados por los criterios heteropatriarcales hegemónicos, por ejemplo, los rituales chamánicos y/o tradicionales.

Butler afirma que el género tiene un carácter performativo, es decir, es una teatralización de los roles y estereotipos de género que inicia desde que nos es asignado un sexo al nacer; pues para esta filósofa, el sexo también es una construcción social, ya que las personas nacemos con una realidad corporal concreta que la cultura significa a partir de dos categorías dicotómicas, excluyentes, estáticas y al parecer inmutables. Así, performar no es sólo disfrazarse o representar un rol, es apropiarse y resignificar.

En México es ampliamente conocido y reconocido el trabajo del actor y director chileno Alejandro Jodorowsky, en contraste con lo poco conocidas, a nivel global, que son las obras del grupo feminista Polvo de Gallina Negra integrado por las artistas Maris Bustamante y Mónica Meyer, quienes utilizaron la televisión mexicana como medio para impactar a la audiencia a propósito de la maternidad. Así, en el contexto actual es evidente el sesgo androcéntrico.

“Mi ojo es mi corazón” frase que da inicio a la pieza titulada “Mi Co Ra Zón” de Pola Weiss, pionera del videoarte y poco (re) conocida, muy probablemente por su condición de género. Sus piezas hacen público lo privado, las emociones propias que buscan interpelar a las ajenas. En un inicio Weiss pensó esta pieza como un performance; no obstante, la concretó como video. En ésta recobra, resignifica y metaforiza la experiencia de un aborto espontáneo (lo privado/personal) y el sismo del 19 de septiembre de 1985 que devastó la ciudad de México (lo público/colectivo).

Lo que siento y lo que hago sentir. Mi Co Ra Zón presenta dos ejes que se vinculan con el cuerpo, vemos a Weiss ejecutar una coreografía con una fuerte carga emocional y las imágenes en conjunto crean metáforas que expresan sentimientos mediante y desde la corporalidad. Vemos un corazón estereotipado que simboliza el amor en positivo, la fantasía que se basa en el imaginario de un ideal. Muestra procesos de la corporalidad femenina y trae a cuenta lo puro y lo impuro, dicotomía del tabú social de la virginidad. Lo que veo es lo que siento. Weiss baila con ropa y desprovista de ella, quizá para mostrar que sin ésta se mira y siente más libre, que se apropia de su cuerpo y su movimiento, que aquello impuesto socialmente limita y estorba. Se libera a través de su propia mirada y la nuestra, lo que vemos y la interpretación mediada por lo social, la vista como el sentido privilegiado (Le Breton, 1995). La artista rompe las dicotomías alma y cuerpo, dentro y fuera, lo singular y lo colectivo.  Para ella no existió una línea que dividiera el arte de la vida, ella fue artista las 24 horas del día.

Pola Weiss, en esta pieza moldea su cuerpo para mostrar su visión personal sobre él y su experiencia íntima de pérdida y dolor, relacionándola con la tragedia colectiva; la herramienta fue el video aunado a otras disciplinas como la danza y el performance e innovó en cuanto al uso del lenguaje videográfico. Fuera de la narración lineal, Pola quiso provocar emociones y sensaciones en la persona que la mira, quizá las mismas que ella experimentó al no poder cumplir con el mandato de género de ser madre. La artista impone su perspectiva: ver a los otros y que los otros me vean como yo quiero.

En Mi Co Ra Zón todo parece idílico hasta que una sacudida inesperada cambia nuestro mundo, nuestra ciudad y nuestro cuerpo, todo se quiebra y el proyecto de vida cambia, se aborta la misión y la ciudad y la vida se transforman para la artista y el inconsciente colectivo.


Maricruz Gömez


Originalmente publicado en:

Fanzine del Laboratorio de Performance y Género. Facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Querétaro, 2020.


martes, 3 de agosto de 2021

Feral, el contraste de lo humano y el miedo a la otredad.

La palabra feral es definida por la Real Academia Española (RAE), como un adjetivo para indicar que algo es cruel o sangriento. También se utiliza para referirse a aquellas personas o infantes que fueron criados por animales, confinados (as) o de manera aislada por haber sido abandonados(as) en un medio natural. Así, a nuestra mente vienen historias como la de Mowli, protagonista de The Jungle Book (El libro de las tierras vírgenes) escrito por Rudyard Kipling y la película de los estudios Disney El libro de la Selva (1967 / 2016); o la de Tarzán personaje de ficción creado por Edgar Rice Burroughs, protagonista de cómics, programas de radio y televisión, y films. Tampoco podemos evitar pensar en la leyenda de Rómulo y Remo o en casos más o menos recientes como el de la niña ucraniana Oxaya Malaya dado a conocer en 1991 cuando fue encontrada viviendo junto a los perros con los que convivió 6 de sus 8 años, debido al descuido de sus padres. Feral como sinónimo de la otredad “salvaje” desprovista de lo que se ha considerado como propio de lo “humano”.



En 2019, Feral (México, 2018) ópera prima de Andrés Kaiser, fue nominada al galardón por mejores efectos especiales de los premios Ariel. Kaiser mediante mezclar datos reales y ficción, nos brinda un trabajo híbrido entre el falso documental y el metraje encontrado (found footage), en el que se reconstruye la vida del ex monje Juan Felipe de Jesús González, desde su oprimida infancia hasta su vida adulta como ex integrante del monasterio benedictino de Santa María de la Resurrección en Ahuacatitlán, Morelos (México). Este film se estrenó en 2018, durante el Festival Internacional de Cine de los Cabos donde recibió el premio México Primero y también se hizo acreedor a los galardones Fispresci y Tráiler Art Kingdom.


La orden benedictina de Santa María de la Resurrección fue fundada por el Gregorio Lemercier (conocido como José), sacerdote de origen belga que al finalizar la década de los 50 desafió lo establecido al oficiar el ritual de la misa en español y de frente. También introdujo el psicoanálisis como terapia entre los monjes. Así, en Feral presenciamos el contraste de la realidad y la ficción, la ciencia y la religión, el mito y la historia o el psicoanálisis y el catolicismo.


No sólo la obra de Lemercier está llena de contrastes y controversias, también su vida. Se dice que fue amonestado, y finalmente renunció a la Iglesia católica en 1967. Declaró públicamente que la Iglesia no temía a Freud, sino a lo sexual. Se casó con una pianista de nombre Graciela Rumayor, y en 1966 fundó el Centro Psicoanalítico de Emaús que funcionó hasta 1982. La orden fundada por Lemercier buscó desatanizar la homosexualidad, tenía considerado incluir a las mujeres y dedicó su centro a atender la salud mental de la comunidad de Ahuacatitlán, aplicando la teoría psicoanalítica de forma grupal. Todo esto no sólo causó conflictos al interior de la Iglesia católica, también separaciones y disputas al interior de los grupos de psicoanalistas en nuestro país.


Lemercier consideró que el problema central de la Iglesia era la cuestión de lo natural y lo sobrenatural. Fue a partir de sufrir una alucinación a causa de un cáncer ocular, que recurrió a la psiquiatría y al psicoanálisis, y se centró en explorar la diferencia entre la alucinación y la aparición; así se empeñó en el análisis de la experiencia subjetiva y en unir la religión y la inteligencia, mismas que veía como opuestas.


El experimento, propuesto por Lemercier, de enviar a psicoanálisis “silvestre” a los monjes de su monasterio, fue una decisión cuestionada por la Iglesia católica por lo que el 28 de mayo de 1967, esta le prohibió continuar con su práctica, lo que desencadenó la disolución del monasterio, debido a la renuncia de él y la mayoría de los monjes de la congregación, y el Centro Psicoanalítico Emaús dejó de brindar atención a los jóvenes drogadictos y psicóticos de la comunidad. Es después de este evento que Kaiser sitúa su guión basado en la obra de Vicente Leñero Pueblo rechazado, quien además inspiró al director a partir de relatar la historia del monasterio de Lemercier.



En 1986, después de la desaparición del monasterio de Santa María de la Resurrección, el ex monje Juan Felipe de Jesús intenta vivir como ermitaño en la sierra de Oaxaca y su intención se ve afectada por su encuentro con tres niños/a ferales, pues retomando las enseñanzas religiosas y psicoanalíticas de Lemercier, busca  reeducar y evangelizar, tal como lo hiciera el médico Jean-Marc-Gaspard Itard, pionero de la educación especial, con Víctor Ayveron, en el lejano año de 1801. De este modo, el protagonista se enfrenta a los distintos desafíos que implican estos seres: escasas o nulas habilidades sociales como: la incapacidad para controlar la emisión de heces y orina, la falta de interés por las actividades humanas, la dificultad para caminar erguidos o para aprender un lenguaje humano. Lo anterior muestra el trabajo de investigación que al respecto realizó Kaiser y que provoca en el público asombro, inquietud e intriga.


Esta película plantea, como ya se ha dicho, contrastes y quien la mira no sólo queda atrapado(a) por la historia, sino en la reflexión de cómo las creencias e ideas intervienen en la forma en la que vemos y nos comportamos frente a los que consideramos muy distintos/as de nosotros/as. Es posible reconocernos en la actitud paternal/paternalista de Juan Felipe, al intentar reintegrar a estos niños/as a la sociedad y también en su ira y frustración que ocultan su narcisismo y sus ideas de cómo deben ser las personas; sus creencias se quiebran ante los retos que se  le presentan y que según vemos, trastocan su mente mostrando su bondad y su maldad a modo de los personajes de El doctor Jekyll y el señor Hyde (Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde, Robert Louis Stevenson, 1886), obra que también aborda el tema de la moral y la naturaleza humanas.


La historia se cuenta mediante fotografías, fragmentos de videos “caseros” (sesiones con los niños/a que Juan Felipe documentó con su cámara de video), y entrevistas (en las que nunca vemos la cara del/a periodista), a distintos participantes: personas del pueblo, compañeros del monasterio y especialistas, entre estos destaca la participación del reconocido historiador norteamericano John Mraz, especialista en la representación en medios como la fotografía y el cine, quien hace una aparición hablando respecto a los niños/as ferales. Este montaje nos recuerda a la célebre Canoa: denuncia de un hecho vergonzoso (Felipe Cazals, México, 1976), en la que también observamos la influencia de la religión, la fe, las pésimas decisiones que toman los clérigos y cómo el miedo hacia lo desconocido (lo otro) moviliza a un pueblo, generando violencia y terror.


Los/as actores/actrices profesionales y naturales se mezclan muy bien y permiten que la persona que observa olvide las caras conocidas y se sumerja en este documental/ficción. Destaca el trabajo actoral de Héctor Illanes (Juan Felipe) y José Ángel García (Funesto), lo mismo que la de los niños y niña actores naturales cuyo casting duró ocho meses y quienes debieron tomar, además de un taller de actuación, clases de expresión corporal con el bailarín de danza butho, Jaime Razzo, para dar vida a Cristóbal, Juan y Antonia, nombres que Kaiser retoma de los niños mártires de Tlaxcala y que dejan ver la influencia de su formación básica en colegios católicos de San Luis Potosí.


Esta película plantea preguntas y detona reflexiones que continúan después de verla y no da respuestas claras y ni contundentes; así, el público deberá unir las piezas del rompecabezas y la aparición de Funesto, en los últimos minutos, nos da la clave para entender en plenitud la historia. Feral oscila entre el documental y la ficción, el drama y el terror y es una opción significativa, sólida y fresca para quienes amamos el cine de terror mexicano. Marinú



También publicado en: Moviemiento

sábado, 31 de julio de 2021

Noche de Fuego, el primer largomentraje de ficción de la documentalista Tatiana Huezo.

Noche de Fuego (Prayers For the Stolen, México, 2021) primer largometraje de ficción de la reconocida documentalista Tatiana Huezo, producido por Nicolás Celis, quien destacó por su trabajo en Roma (Alfonso Cuarón, México, 2018). La película es protagonizada por Ana Cristina Ordónez González (Ana niña) y Mayra Membreño (Ana adolescente) y la actriz Mayra Batalla (Rita, madre de Ana), que además tiene el mérito de haber guiado al grupo de niñas actrices naturales que aparecen a cuadro. Este film participó en la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes y obtuvo la Mención Especial del Jurado, además de la ovación del público, durante diez minutos, el pasado 15 de julio de este año.


El guión escrito por Huezo está basado en la novela Prayers for the stolen (Ladydi, 2014) de la poeta y novelista norteamericana Jennifer Clement, avecindada desde la edad de tres años en Acapulco, Guerrero; quien llevó a cabo una investigación en ese estado de la República, sobre la trata de personas y específicamente sobre el rapto de niñas y adolescentes con fines de explotación sexual; aunada a la indagación que llevó a cabo con las mujeres presas en el penal de Santa Martha Acatitla, en la Ciudad de México.


Tanto la película como la novela, nos muestran desde una mirada femenina, el contraste entre la belleza y la fealdad, la alegría y la tristeza, la fantasía y la realidad atemorizante. Noche de Fuego retoma un fragmento de la vida de Ladydi García Martínez, protagonista de la novela, para que mediante los ojos de Ana, conozcamos su entorno, su cotidianidad, la relación con su madre, con su padre ausente, con sus mejores amigas: Paula y María y en general con la comunidad integrada en su gran mayoría por mujeres; ya que los hombres se han marchado a Estados Unidos buscando mejores ingresos, han sido asesinados o se han integrado a las filas del narcotráfico que mantienen el dominio sobre el pueblo, la producción y tráfico de la droga y de las mujeres. Dicho contexto enmarca la historia de esas tres amigas: Ana, María y Paula, desde la infancia hasta la adolescencia, sus vínculos y las alianzas que se entretejen entre las mujeres de esa comunidad rural enclavada en una zona serrana de nuestro país, originalmente en Guerrero, pero en el caso de la película disfrutamos la belleza de un lugar llamado Neblinas en la Sierra Gorda de Querétaro.


La historia inicia con el sonido de la respiración agitada de Ana y Rita quienes después vemos están cavando apresuradamente una zanja en el patio trasero de su casa; más tarde descubriremos que ésta servirá de escondite para Ana. De esta manera Rita busca protegerla de aquello que les sucede a las jóvenes del pueblo. La narración es lineal, sencilla y ágil de principio a fin y muestra un entorno que corresponde con la realidad en la que en este mundo, el nuestro, se moverían personajes como ellas.


Al inicio, Ana es una niña de aproximadamente 5 años que como cualquier otra vive en un mundo de fantasía, juega a leer la mente con sus amigas y entrena su oído junto a su madre para detectar el sonido de los motores de las camionetas de los narcos; pero que poco a poco va descubriendo que el mundo es un lugar hostil y difícil de sobrellevar, pues ser mujer implica peligro, aún más si se es joven y bonita. En palabras de Ladydi, protagonista de la novela, en ese lugar lo mejor que le puede ocurrir a una niña es nacer fea. Quizá por eso la mamá de María, quien nació con labio leporino, se muestra despreocupada. Ana crece y se convierte en una adolescente con inquietudes y conductas rebeldes, que en la búsqueda de su independencia reclama a su madre que la oculte, al tiempo que sabe la razón y que paradójicamente, de eso depende la preservación de su integridad y libertad. Este film va de ser una niña o adolescente "normal" en un contexto donde lo común es la violencia y ser mujer una condena, en algunos casos, de muerte.


Las niñas crecen con sentimientos encontrados por el deseo de expresar su ser femenino y el miedo a serlo. Con el dolor de perder su cabellera, el miedo de sus madres cuando comienzan a ser seres menstruantes y la renuncia a llevar vestidos o cualquier prenda o accesorio que denote feminidad o pueda llamar la atención, por muy discreto que sea.


El film mantiene al público en constante tensión, pues observamos cómo estas tres niñas están en riesgo constante de ser raptadas y violentadas por el simple hecho de tener una corporalidad que a medida que se desarrolla las convierte en seres objetivados para el disfrute de los hombres, especialmente aquellos que ejercen el dominio sobre su comunidad: los narcos y los militares. Respecto a éstos últimos Paula expresa: ¡No los miren a los ojos!, pero la cámara al igual que Ana, en un acto de rebeldía, observa a esos hombres que aparecen como seres despojados de alma y por tanto, de bondad y humanidad. Las relaciones sexo-genéricas en las que el poder se ejerce de manera simbólica se muestran en escenas como ésta.


La imagen, la música y el diseño sonoro son relevantes para contar esta historia y se integran para provocar en el público sensaciones y emociones. Los planos abiertos y a detalle funcionan como pausas visuales que evocan, con su belleza, cierta esperanza de que no todo puede estar tan mal, aunque lo esté. Los tonos verde y azul del cielo, la montaña y la vegetación junto con los colores brillantes de los insectos y animales que ahí habitan; contrastan con el gris de las rocas, la explotación desmedida en pos del progreso y la destrucción del entorno, espacios menos vivos que son ocupados mayormente por los varones, quizá para decirnos de manera implícita, que en ese universo se retoman las equivalencias dicotómicas opuestas; mujer-naturaleza y hombre-cultura. Específicamente, las imágenes de la naturaleza nos remiten a El lugar más pequeño (México, 2011), ópera prima documental de Tatiana Huezo en la que explora parte de sus raíces salvadoreñas y sobre todo, cómo las personas se sobreponen al dolor y la violencia que años de vivir en guerra han dejado en sus vidas.



En este universo no hay lugar para los derechos humanos, menos aún para los derechos de las mujeres y las niñas. Nos enfrentamos a un mundo adverso, misógino y cruel; en contraste, Huezo nos muestra que las mujeres adultas se fortalecen unas a otras, generan redes, se apoyan, se confían y se acompañan; las niñas por su parte, aprenden a cuidarse a sí mismas y a las otras, al tiempo, que lo que más desean es jugar, imaginar, aprender y asistir a la escuela para ser, por ejemplo, maestras. Parece que los procesos que en otros sitios nos parecen “normales”, en ese lugar se encuentran trastocados por distintas violencias: la comunitaria, la institucional, la social, la de género, la simbólica y la feminicida. Aunque esto que nos aterra se trata de una ficción, no está tan alejada de lo que nos muestra el segundo documental de esta directora: Tempestad (México, 2016, ), que aborda aspectos de nuestra realidad nacional como: el crimen organizado, el tráfico de personas y las fallas en la procuración de justicia.


Esta película retoma distintos temas, entre ellos el de la trata de personas con fines de explotación sexual y específicamente el rapto de mujeres adolescentes por parte de grupos ligados al crimen organizado como lo ha hecho antes David Pablos en su ópera prima, también basada en una novel homónima de Jorge Volpi, Las Elegidas (México, 2015). Aunque 10 años antes la periodista Lydia Cacho denunciara la existencia de una red de explotación sexual y pornografía infantil ligada al poder del Estado, en su libro Los demonios del edén. El poder que protege a la pornografía infantil (Grijalbo, 2005) y que retomara para construir el guión del documental homónimo, la también directora Alejandra Islas (México, 2007).

Lo mismo que los hombres en su rol de proveedores, las mujeres del pueblo no encuentran más opción que hacerse de medios económicos que les permitan salir de ese lugar para protegerse a ellas y a sus hijas; el rol de madre que da la vida por sus hijos e hijas queda manifiesto en la valentía que muestra Rita ante los captores que llegan a su casa un día diciéndole: venimos por la niña madre, ante lo que ella machete en mano, niega tener una hija y no la vemos desmoronarse hasta que pierde de vista la camioneta de los criminales.


Finalmente, la rebelión del pueblo, el fuego y el hartazgo ante el rapto de las jóvenes de la comunidad, puede brindar al público un momento de catarsis y quizá de esperanza de que algo cambiará. La propuesta de Tatiana Huezo nos plantea incógnitas a las que es difícil dar una respuesta, por ejemplo, ¿la rebelión del pueblo será suficiente para detener esta violencia estructural basada en una cultura misógina y feminicida que nos objetiviza a las mujeres despojándonos de nuestros derechos más esenciales como: existir y vivir libres de violencias?

MariNú




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viernes, 9 de julio de 2021

Cosas imposibles: lo improbable que nos regala la vida



El multipremiado director mexicano Ernesto Contreras (1969, Veracruz), después de tres películas de ficción : Párpados Azules (2007), Las oscuras primavera (2014) y Sueño en otro idioma (2017); un documental Seguir siendo: Café Tacvba (2010); y algunas series como: El Chapo (2017), Falco (2018) y Asesino del Olvido (2021); nos entrega su quinto largometraje: Cosas Imposibles (2021), un drama que narra el encuentro afortunado de Matilde (Nora Velázquez) y Miguel (Benny Emmanuel), habitantes solitarios, invisibles y distintos, como la mayoría de los personajes de Contreras, de la Unidad Habitacional Iztacalco de la Ciudad de México. Ambos viven sus vidas con cierta cotidianidad y monotonía hasta que comienzan a presentarse sucesos improbables, como la amistad, el entendimiento y la complicidad entre una mujer de la tercera edad y un joven, que puede darse a pesar de la llamada "brecha generacional"; o que la “locura” que puede ser un medio para recuperar el equilibrio emocional.

Este film presenta no sólo hechos difíciles de creer, también imágenes poco comunes propias de la locación: la Unidad Habitacional Iztacalco que en los años setenta tuvo un lago al frente y que actualmente, está muy próxima a una iglesia católica dedicada a San Felipe de Jesús que tiene aspecto de Pagoda budista. Así, la ciudad de México también se convierte en protagonista de esta película, lo mismo que sus tianguis, supermercados, ferias, calles y graffitis, locaciones en las que se mueven los personajes a quienes Contreras coloca en situaciones que evidencian los estereotipos y prejuicios imperantes en nuestra sociedad y que por su arraigo y rigidez nos hacen juzgarlos a ellos (as) y sus acciones, por anticipado.

La historia se nos narra en orden lineal, principalmente, y da seguimiento al encuentro de Matilde y Miguel, aunque incluye algunos flash backs, que nos permiten entender, más claramente, los conflictos de ella, por ejemplo, aquel que nos muestra que en algún tiempo lejano Matilde y Porfirio estuvieron enamorados y felices. La música original de la autoría de Andrés Sánchez y Gus Reyes, también evoca emociones, mayormente positivas de amor y esperanza, lo mismo que aquellas canciones de catálogo en las voces de Angélica María (El día, 1964) y Marco Antonio Muñiz , quizá por eso se ha catalogado como fell good movie.

Encuentros improbables

El film abre con la voz de Marco Antonio Muñiz interpretando El despertar (de la autoría de la actriz Martha Roth y el músico Rubén Fuentes), mientras vemos un plano general aéreo de la Unidad Iztacalco en color morado, para después presenciar uno de los primeros hechos improbables: un crooner (Ari Gallegos), vestido en color verde, cantando en la azotea de uno de estos edificios, cabe decir que estos colores predominan en la paleta de esta película. Después se nos presenta, con luz más tenue, a los protagonistas Matilde y Miguel, sumidos en la desesperación y la desesperanza, lo que contrasta con lo primero que escuchamos y vemos, y que sin duda nos recuerda los números musicales de Dancer in the dark (Lars von Trier, 2000, Dinamarca), que en los momentos más difíciles para la protagonista, Selma, ocurren en su imaginación y para quien mira el film y hace más llevaderos los conflictos, lo mismo sucede en esta película. Entonces entendemos que ambos buscan salir de las situaciones que los aquejan, pero como le sucede a muchos ancianos(as) y adolescentes en esta ciudad, ambos carecen de redes de apoyo que les permitan enfrentar de una mejor manera la soledad, la pobreza, la marginación, el olvido, las violencias y el rechazo social.

La amistad intergeneracional

Destaca el vínculo emocional que se va estableciendo entre Matilde y Miguel, una mujer de la tercera edad con secuelas psicológicas por la violencia que ha recibido de su esposo Porfirio (Salvador Garcini) que sólo aparece cuando "todo va mal", y Miguel un joven de 19 años que sobrevive como puede después de que su madre decide regresar a su pueblo con su novio. Ambos solos y después en compañía, se enfrentan a las vicisitudes propias de cada uno, manteniendo en privado aspectos de sus vidas que les parecen inconfesables y vergonzosos. A diferencia de films como Guten Tag, Ramón (Jorge Ramírez, 2013, México), en el que existe cierta cercanía emocional entre ancianos(as) y jóvenes; la historia que nos propone la guionista Fanie Soto, presenta personajes que se relacionan de forma más íntima, hay complicidad, empatía y apoyo de forma horizontal, en la que otras categorías como raza, clase o edad,  no parecen tener relevancia. Tal como lo vemos en la escena en la que Miguel invita a Matilde a lo que se asemeja a una terapia de choque: golpear un poste con un bat, propiedad de su esposo Porfirio, para descargar la ira y la frustración, pues a decir de él este objeto resultaba más valioso que Matilde; así la vemos, con cierta satisfacción, liberarse de emociones que hasta entonces la agobiaban tremendamente.

La violencia de género presente a cualquier edad

Es fácil traer a la mente, para intentar hacer un contraste, con El diablo entre las piernas (Arturo Ripstein, 2019, México), que aborda el tema de la vejez y la sexualidad en esta época de la vida y temas que también aparecen como relevantes en Cosas Imposibles, la violencia de género y el machismo en nuestra cultura y sociedad. En ambas historias, el marido agobia  y violenta a “su” mujer durante años con reclamos, insultos, golpes, menosprecio y vejaciones. En la primera, se muestra con mayor sordidez y detalle estos actos que suceden en parejas de la tercera edad (de cualquier edad); mientras que en la segunda, se muestran las posibles secuelas que ésta deja después de décadas, casi una vida, de padecerla cotidianamente.

Así, con la intención de mencionar una de las secuelas que con mayor frecuencia se identifican en aquellas mujeres que padecen violencia de género, traemos a cuenta el Trastorno de Estrés Postraumático (TEP), ente clínico que se desarrolla ante eventos que implican una amenaza directa o indirecta para la vida o bienestar de una persona y la manera en que ésta responde con temor, desesperanza y horror intensos, y aquellos signos más característicos que son: la rememoración de la(s) situación(es) traumáticas, las pesadillas, la ansiedad ante los recuerdos, la culpa y las alucinaciones, éstas últimas vistas también como un mecanismo que busca restablecer el equilibrio; es decir, lo anterior como una posible explicación a los “delirios” que sufre Matilde (y que en cierta manera la audiencia comparte), de los cuales se avergüenza y que Porfirio le hace creer que son herencia de su padre. Pues con frecuencia las enfermedades mentales que padecen las mujeres se adjudican a la herencia genética, ocultando que la violencia de género que algunas de ellas viven día con día, en muchos casos son la causa de padecimientos como la depresión, el estrés o la ansiedad.

Dejar atrás lo que era gris...

Finalmente, Matilde y Miguel, después de muchas vicisitudes, al montar un negocio en común muy particular y de compartir lo inconfesable, se hace posible para ambos: Sentir de pronto amanecer, con una inmensa claridad… pues para dar paso a lo improbable que la vida nos brinda se hace necesario confrontarse con uno(a) mismo(a), aceptar y dejar ir el pasado para que ya no lastime, y reconstruir el presente desde otro lugar físico o emocional. MariNú

También publicado en Séptima Pantalla: https://laseptimapantalla.com/cosas_imposibles/

lunes, 5 de julio de 2021

Silencio de hielo: la pérdida y la culpa.

 


Silencio de Hielo (Das letzte Schweigen, Alemania, 2010) es la ópera prima del guionista y director alemán Baran bo Odar, más conocido por diriger la serie Dark (Netflix). Esta película es protagonizada por los actores: Ulrich Thomsen (Peer Sommer) y Wotan Wilke Möhring (Timo Friedrich), también músico y reconocido por su interpretación de Joe en Das Experiment (El Experimento, Alemania, 2001), adaptación cinematográfica del libro The Black Box de Mario Giordano, que a su vez se inspira en el experimento de la Prisión de Stanford, en los primero años de la década de los setenta del siglo pasado, llevado a cabo por el psicólogo social Philip Zimbardo, quien posteriormente publicaría al respecto El Efecto Lucifer. Estremecedor estudio sobre la naturaleza del mal (Paidós). Silencio de Hielo es una adaptación hecha por bo Odar, del Best Seller homónimo de la autoría del escritor y periodista alemán Jan Costin Wagner y fue bien recibida en los Festivales de cine de Locamo y Las Palmas en su año de estreno.

En principio, el film nos dirige al interior de un departamento en el que se encuentran Peer y Timo, quienes se encuentran viendo una película en la que aparece el rostro de una niña, que después sabremos la relevancia que tiene en la trama. Los protagonistas son dos jóvenes que se conocen de manera casual y tienen en común deseos inconfesables que los llevan a desarrollar cierta complicidad. Ambos, participan de forma distinta, en la violación sexual y asesinato de Pía, una niña de once años habitante de una comunidad rural alemana, ocurrido el 8 de julio de 1986. Después, la historia da un salto temporal de 23 años, en el que la historia parece repetirse, pero nada es exactamente igual.

El manejo del misterio hace que durante toda la película se mantenga la tensión, pese a que desde el inicio conocemos la identidad del agresor y el cómplice. La audiencia, nos convertimos en testigos y conocemos más allá de lo que los personajes pueden ver y/o escuchar, lo que abona a las sensaciones de frustración y angustia ante las situaciones que se muestran. A diferencia de otras historias que implican elementos policiales, ésta nos acerca a los personajes más que a la violencia o las consecuencias; entonces nos damos cuenta que viven situaciones tan humanas como: la pérdida, la culpa y la soledad, y sus emociones guían el curso de la obra.

Los planos generales cenitales de los paisajes arbolados y brillantes, nos permiten hacer pausas que se viven como un descanso reflexivo; los colores beige y marrón son cálidos, resaltan el entorno rural (los campos de trigo en color oro), en el cual parece no estar sucediendo nada y contrastan con lo gélido de las situaciones y expresiones de los protagonistas; en general, se deja de lado la estética oscura y sórdida que usualmente muestran las historias policiacas, gracias al trabajo del fotógrafo Nikolaus Summerer. La música, el sonido y el silencio son utilizados para añadir dramatismo y enfatizar el misterio. La narración no es lineal, nos brinda algunos flash back que nos permiten entender la relación entre Peer y Timo, el ritmo es ágil y el entorno, en apariencia apacible, contrasta con la violencia del hecho con el que se inaugura el film.

Se nos presentan escenas en las que es fácil empatizar con las emociones de los personajes, ejemplo de éstas es cuando David Jahn descubre el cubo rubik en la habitación de Pía, quien pese a su tristeza y depresión muestra entusiasmo al mirarlo y comenzar a manipularlo; o cuando intenta no arrebatarles la esperanza a los padres que han perdido a su hija, pues él mismo ha perdido a su esposa. Otra es cuando Niko, la mascota de Sinikka (la niña que 23 años después del crimen de Pía, desaparece), muerde de manera angustiante los barrotes de su jaula, para finalmente morir.

Llama la atención cómo se presentan dos características de la masculinidad hegemónica: por un lado la pedofilia como pivote del crimen, el agresor que puede ser cualquiera y el estereotipo de belleza femenina fundamentado en la apariencia infantil. Por otra parte, la relación entre los protagonistas tiene un matiz de bromance, es decir, establecen una relación intensa, no necesariamente sexual, lo que supone un mayor vínculo afectivo y emocional que el que se da en la amistad, así lo muestran la complicidad, la empatía y la simpatía entre ellos. Esto nos recuerda a la relación que establecen Aquiles y Francisco, y Jorge y Aarón en Matiné (Jaime Humberto Hermosillo, México, 1977) o Ephraim Winslow y Thomas Wake en The Lighthouse ( Robert Eggers, Estados Unidos-Canadá, 2019), ante el encierro y soledad agobiantes que viven.

Esta película aborda como temas secundarios la pérdida, la culpa y la soledad. Con respecto a la primera, descubrimos que la mayoría de los personajes han perdido a alguien o algo que amaban, sea su hija, su esposa, su trabajo, su cómplice, etcétera. Respecto a la culpa, este film nos muestra cómo uno de los protagonistas carece de ésta, mientras que el otro se hace cargo de la propia de manera fatal para él. También, cómo Peer hace frente a la soledad, en la que se sume después de la partida / escape de Timo, durante veinte años y cómo se las arregla para enviarle un mensaje claro y contundente que lo hace volver. Al final, la historia parece decirnos: la satisfacción de un deseo socialmente prohibido tiene un costo para el sujeto y quienes lo rodean. MariNú




Huesera (2022). La maternidad será deseada o no será.

 Por: Maricruz Gómez Huesera  (México - Perú, 2022), ópera prima de Michelle Garza Cervera (CCC), inicia con una pantalla en negro y el soni...