jueves, 10 de noviembre de 2022

Lo virtual, es real. Las activistas feministas en contra de la violencia en el ciberespacio


Por: Maricruz Gómez

Martín y Michelle se conocieron hace un par de días. Ella no le dio su número, pero él se lo pidió a Sofía. Michelle le dijo a Martin que no le interesa tener una relación, pero él insiste y le envía el siguiente mensaje “¿Qué tal si voy a verte y me meto a escondidas a tu casa?”.

Este es sólo un fragmento de la obra de teatro “Menos mal que es torpe y que me quiere, si no me quisiera y fuera hábil, WhatsApp sería un arma horrible”, pero según los resultados publicados por el Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA, 2019), el 60% de las víctimas de ciberacoso en México son mujeres de 12 a 29 años.

Esta obra fue escrita por Sara F. Flores, Daphne Nájera Villeda y Gayatri Morales Fregoso, jóvenes feministas, integrantes y fundadoras del Colectivo Jermú; que tiene por objetivo generar discursos que propicien el diálogo, la inclusión y la solidaridad desde el quehacer teatral, entendiéndolo como un espacio de disidencias, con perspectiva de género y compromiso ético.

“Menos mal que es torpe…” es una obra de teatro que sucede mediante mensajería instantánea y surge como respuesta a la necesidad de generar nuevas formas de hacer teatro en medio de la crisis sanitaria mundial. El público se adentra en la vida de Michelle y Sofía, quienes son primas y estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que viven de manera independiente de sus familias, en un departamento de la ciudad de México. Las imágenes, mensajes de texto y las calcomanías digitales nos muestran la historia y por qué todo termina tan mal entre los y las personajes.

Las integrantes de Colectivo Jemú están conscientes de que los personajes masculinos son poco complejos y que no todos los hombres son como ellos, pero se sienten sorprendidas cuando el público señala que las conductas de Martín y Raúl son exageradas, pues ellas consideran que han sido demasiado “tibias” al plantearlas, comenta Sara F. Flores.

La romantización del acoso es el fundamento de la conducta de dichos personajes, pues como lo explica Gayatri Morales, a los chavos se les enseña que “ligar” es acosar. Estas jóvenes feministas han recibido mensajes de los espectadores que les dicen que se sienten identificados con los personajes masculinos y su conducta.

Las interacciones entre los personajes: Michelle, Sofía, Cami, Raúl y Martín, están basadas en la investigación realizada por estas jóvenes creadoras y también en su experiencia personal. No obstante, algunas personas expresan que les molesta que su trabajo tenga una perspectiva feminista y otras, afirman que la violencia digital no es importante o que no existe, se resuelve con no enviar fotografías.

En contraste, Social TIC, Luchadoras y la Asociación por el Progreso de las Comunicaciones, generaron una tipología en la que se observan 13 categorías de agresiones hacia mujeres en el ámbito digital: acceso no autorizado, control y manipulación de la información, suplantación y robo de identidad, monitoreo y acecho, expresiones discriminatorias, acoso (conductas sexualizadas o no); amenazas, difusión de información personal o íntima sin consentimiento, extorsión, desprestigio, abuso y explotación sexual relacionada con las tecnologías, afectaciones a canales de expresión y omisiones por parte de actores con poder regulatorio (La violencia en línea contra las mujeres en México, 2017).


La internet y la calle son igualmente peligrosas


El acoso digital es el tipo de violencia que más padecieron las participantes de “Chidas en Línea. Un estudio sobre el Impacto de la Violencia Digital contra las Adolescentes en México” (2021), mujeres entre los 12 y 17 años. Algunas de ellas también reportaron haber sufrido la difusión de contenido íntimo sin consentimiento (nudes) y el abuso sexual relacionado con la tecnología.

Las agresiones que se reportaron con mayor frecuencia en dicho estudio fueron el monitoreo y acecho (5%), el control y manipulación de la información (4%), la suplantación y robo de identidad (4%), la difusión de información personal (3%), la extorsión (3%), el desprestigio (3%), las afectaciones a los canales de expresión (4%) y la omisión por parte de actores con poder regulatorio (3%).

En lo que respecta a las personas agresoras, dicha publicación muestra que, de 168 participantes, 81 señalan que sí conocen a sus agresores y refieren que se trata de ex parejas, compañeros de escuela, amigos y familiares, aunque también reportan que han sido agredidas por mujeres.

Por su parte, Candy Rodríguez activista, periodista y representante en México de Acoso.org, explica que el enfoque feminista ayuda a entender que en la internet se replican muchas violencias y que las mujeres y las disidencias sexuales son atacadas de maneras específicas vinculadas con su sexualidad, el activismo que realizan y los discursos que enuncian, como lo vimos recientemente con la persona no binaria que solicitó que le llamaran “compañere”, desencadenando burlas y reclamos en su contra.

“Internet se me hace igual de peligrosa que la calle” comentó Gema de 16 años participante del estudio “Chidas en línea” (2021). La internet es más que una herramienta o redes socio digitales, es un espacio que se habita, en el que colaboramos, socializamos, interactuamos, generamos información y construimos comunidad, por lo que los fenómenos como la violencia, también se replican, por ejemplo; el racismo, el clasismo, la homofobia, entre otros, menciona Irene Soria Guzmán, hackeractivista, académica y representante de Creative Commons México.

Para Sara, la violencia digital se refiere a la vigilancia, el control o la manipulación de los canales de información digital cuyo objetivo es dañar a una persona. Esta violencia es parte del sistema patriarcal que ha permeado nuestra sociedad durante años, por lo que en el ámbito digital se perpetúan las mismas prácticas, sólo que en diferente formato. Ella enfatiza que no hay una clara separación de lo que ocurre on line y off line, ya que no por ser virtual es menos real.

La violencia digital nos afecta en distintos ámbitos de nuestra vida, aunque no estemos físicamente cerca. Ser acosada mediante las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) provoca enojo, inseguridad, miedo, frustración, desconfianza y afectar la salud mental (MOCIBA,2019). Además, los mensajes amenazantes pueden transformarse en agresiones reales y poner en riesgo la integridad física de las mujeres, señaló Rodríguez.


La internet y el teatro serán feministas o no serán


La prevención y atención de la violencia digital, en opinión de la representante de Creative Commons México, deben partir de una perspectiva feminista, ya que los imaginarios e ideas respecto a lo que deben hacer las mujeres provoca que ellas se alejen de los conocimientos, el uso y la apropiación de las tecnologías. Las coloca en clara desventaja en este ámbito, pues dificulta que inicien procesos de seguridad digital y autocuidado que las protejan de las agresiones en línea, comenta Candy Rodríguez.

Las ciberfeministas y hackerfeministas, son grupos de mujeres que surgieron hace 20 ó 30 años y luchan en contra del robo de la identidad, la violencia digital y crean sus propias herramientas. Sus acciones se basan en principios creados colectivamente por ellas y se derivan de la certeza de que las mujeres pueden aprender de manera colectiva, autónoma y libre y construir procesos de autoformación mediante la metodología del feminismo popular y la pedagogía popular feminista.

La internet es un espacio político en el que las mujeres pueden reclamar sentirse libres y no violentadas. Ellas se convierten en sujetos políticos capaces de tomar agencia para disminuir su vulnerabilidad en el ámbito digital, afirma la periodista y representante de Acoso.org.


En sinergia, las activistas feministas publican estudios, análisis, informes y guías para prevenir, atender y erradicar la violencia digital y parten de que el uso de la internet es un derecho humano que está ligado al derecho a la información y está adherido al derecho a las mujeres a vivir una vida libre de violencias. Para ellas es necesario apropiarse de las herramientas tecnológicas para conocer otras realidades, romper mandatos de género y círculos de violencia (¿Cómo podemos realizar nuestro taller ciberfeminista?, 2021)

La prevención y la información con perspectiva feminista, resultan relevantes para mitigar el impacto de la violencia de género y particularmente aquella que sucede en el ámbito digital, conscientes de esto las integrantes del Colectivo Jermú se unieron para hacer teatro, Sara afirma: “tenemos la cultura de que el teatro será feminista o no será, atendiendo temáticas actuales y urgentes, y nuestro quehacer se encamina a comunicar, informar, prevenir y denunciar la violencia de género”.

“Menos mal que es torpe…” es una obra que tiene dos líneas: la primera, decirles a las mujeres que están viviendo violencia digital, que no están solas; y la segunda, invitar a las personas que están alrededor de ellas, a acompañarlas y no agredirlas o revictimizarlas. Durante su desarrollo se informa al público sobre: sexting y nudes seguras, casas de acompañamiento e instituciones que pueden apoyar e informar sobre violencia de género, cómo llevar a cabo las denuncias y los pormenores de la Ley Olimpia.

Las integrantes del Colectivo Jermú consideran que el teatro tiene la potencia de permitir “ver desde afuera” y generar empatía en quien mira para llevar a las personas a una reflexión, conciencia y cambio de actitud respecto al fenómeno de la violencia digital, como lo menciona Gayatri: “en el momento en el que hay una persona viendo la obra y se da cuenta de que la actitud de Raúl hizo sentir mal a Sofía, o cómo se sintió ella cuando Cami rompió el silencio y decidió acompañarla, es posible que modifique su comportamiento a partir de lo que ya vio”.

Sara comenta que han invitado a la obra a quienes las han acosado mediante redes socio digitales y notan que ellos cambiaron la forma de comportarse, “a mí me pasó que sí entienden eso y saben que no está chido tener estas prácticas y sí le bajan, o las modifican, no puedo decir que son otras personas gracias a nuestra obra, pero si he notado que se dan cuenta cuando llevan a cabo estas conductas, incluso aclaran: no quiero sonar como Martín, pero ¡Hola! ¿Cómo estás?”.


“En esta situación la única que me pudo ayudar fui yo misma investigando hasta encontrar al feminismo” Julia, 13 años (Chidas en línea, 2021).


Las activistas Irene Soria y Candy Rodríguez coinciden en que no hay una receta para evitar sufrir violencia digital, de hecho, la consideran inevitable. No obstante, recomiendan iniciar un proceso de seguridad y autocuidado digitales que implica una mezcla de prácticas, toma de conciencia y el uso adecuado y estratégico de las herramientas tecnológicas.

Un ejemplo es la autodefensa feminista, es decir, un tipo de protección basada en tres pilares: la parte física, la psicológica-emocional y la grupal. Esta forma de intervención aborda el empoderamiento personal y colectivo de las mujeres, con el objetivo de erradicar la violencia machista.

La académica y representante de Creative Commons recomienda: revisemos nuestras redes, ¿qué información tenemos disponible en Facebook?, ¿mi información es pública?, ¿sólo la ven mis amigos (as)?, ¿conozco a las personas que tengo agregadas?, también es importante preguntarse ¿qué queremos que vean otros (as) de nosotros (as)? ¿Tus perfiles de redes sociales tienen tu nombre completo y tus datos reales?

Por otra parte, es imprescindible crear contraseñas seguras, abrir sesiones en computadoras propias, pues de lo contrario se abren canales para que otras personas lleguen a tu información, fotografías y videos. Es recomendable usar llaveros de contraseñas y cambiarlas con regularidad; recordemos que el hackeo, vulnerar la seguridad de los sistemas informáticos, cuentas y redes personales, es el menor de los orígenes de situaciones como el robo de identidad e información, enfatiza Soria.

Encontrarnos involucradas en una situación de violencia digital es una experiencia difícil, pero es importante mantener la calma, no negar lo que está sucediendo, identificar el tipo de violencia y ataque, y generar estrategias efectivas y puntuales, para disminuir el estrés. También es sustancial construir redes de apoyo y de acompañamiento con perspectiva feminista basadas en vínculos sororos, recomienda la académica Soria.

Daphne Nájera comenta que en su obra los personajes femeninos se posicionan y sostienen unas a otras, desde la sororidad para evitar un desenlace trágico. La sororidad, forma cómplice de actuar entre mujeres y propuesta política de los feminismos, ha sido clave para apoyar emocionalmente a quienes sufren violencias por razón de género, mediante la escucha atenta y la no revictimización, es decir, evitar culpabilizar a la víctima de las violencias que ha sufrido. 

Respecto al silencio cómplice, Sara destaca que: aunque no seamos quien sufre violencia digital, es importante estar conscientes de que se trata de romper el pacto patriarcal, de levantar la voz para no ser parte. Es verdad que tú no pediste ver esa situación, ni ser testigo o enterarte de lo que estaba haciendo tu mejor amigo (a) y no tiene por qué ser tu responsabilidad, pero sí la es, una vez que ya sabes qué sucede, te corresponde decidir ¿callarte? o terminar con eso.


Además de hablar respecto a lo que sucede para tener conversaciones incómodas, pero necesarias, se recomienda documentar todo, anotar cuándo pasó y tomar capturas de pantalla. Aunque es una realidad que no queremos ver esos mensajes o imágenes, también lo es que, para denunciar, si así lo decidimos, debemos aportar pruebas, por lo que es necesario conservar esa información. 

Irene Soria sugiere a quien vive acoso en redes socio digitales que: “es importante no engancharse, es decir, no alimentar al troll, no darle insumos para que te siga molestando; lo que no significa ignorarlo, sino evitar que esa persona tenga tu atención y te afecte, pues tú tienes derecho a vivir una vida libre de violencia en línea. Haz lo que te haga sentir bien”.


“Hace cinco años, cuando iba en secundaria tenía un novio y le mandé fotos íntimas mías y después me enteré de que otras personas las tenían” Marisol, 17 años (Chidas en línea, 2021).


El estudio realizado en 2019 por Ilce Gutiérrez, egresada de la Universidad Autónoma del Estado de México, en el que participaron 838 estudiantes de los tres grados de secundaria, reporta que 11 mujeres de 297 enviaron vídeos, fotografías íntimas y/o sensibles a amigos por Facebook y 26 personas difundieron este tipo de material con el objetivo de humillar u obtener algún beneficio. Estas prácticas están relacionadas con el sexting, es decir, el envío de imágenes y audiovisuales íntimos de contenido erótico o/y sexual, mediante las TICs.

Al respecto, Sara comenta: “nosotras como colectivo no entramos en la polémica diciendo si está bien o mal, porque pensamos que ese no es el punto. El sexting es una práctica común que nunca es completamente segura porque el medio de intercambio no garantiza confidencialidad, aun cuando seas precavida. Por lo anterior, nosotras consideramos que lo importante es informar para prevenir”.

“Si sientes duda es no, si no es un rotundo sí; también es no y no hay razón para sentirse presionada”, comenta Sara. Cuando alguien practica sexting su decisión debe basarse en un deseo personal y no ser consecuencia de imposiciones externas. Para Gayatri, es muy importante que antes de enviar mensajes, las personas estén seguras de querer participar y que ambas estén de acuerdo. El consentimiento, fundamental en toda interacción física y virtual, es el tema central. 

Las jóvenes activistas feministas conscientes de que la información, el conocimiento y la conciencia son herramientas para hacer frente a la violencia de género en cualquier ámbito, trabajan en apego a los Derechos Humanos y de las mujeres construyendo estrategias para la prevención, atención y erradicación de la violencia de género, pues consideran que las mujeres y las personas que integran las diversidades sexo genéricas tienen derecho a vivir una vida digna y libre de violencia, también en el espacio digital.


Mi ojo es mi corazón. Pola Weiss videasta que hizo público lo privado


El presente texto comparte reflexiones en torno a lo privado (emociones) y lo público, el performance como arte compartido en el que es indispensable la mirada de otras personas. Esto a partir de mi encuentro con el trabajo de la videasta mexicana Pola Weiss. ¿Qué tenemos en común? Sólo el hecho de que nacimos el mismo día, un 3 de mayo. Los ejes temáticos serán: el arte, el feminismo, el performance y la obra de Weiss, específicamente: “
Mi Co Ra Zón” (México, 1986).

Es importante iniciar diciendo que el arte y su historia son falocéntricos, Esta es la denuncia inicial de los feminismos, que a partir de la década de los 70, buscaron romper con la representación del artista masculino universal. El arte feminista busca mostrar que lo que conocemos socialmente como “femenino”, es la construcción que engloba las evidencias de la dominación, como lo son los imaginarios sociales y culturales que relacionan a las mujeres con lo débil, sensible y emocional, que además es valorado de manera negativa.

El arte y el performance que emanan de dicha perspectiva problematizan temas como: el aborto, la maternidad, el matrimonio, los roles y estereotipos de género, lo público y lo privado, entre otros temas. Para estas artistas, la premisa propuesta por Judith Butler en cuanto que el género y el sexo son construcciones sociales, está presente. Cuestionan la “universalidad” de la “genialidad” masculina que es vista como estándar máximo de lo que es el arte. Esto permite ver como artísticas expresiones plurales, personales y subjetivas, basadas en la experiencia de las mujeres, sin que esto demerite el valor creativo y económico de la obra. Lo que facilita incluir temas sexuales, raciales y en general, aquellos que habían permanecido en la marginalidad. 

Sin embargo, cabe preguntar si toda obra producida por mujeres es feminista. El incluirlas o excluirlas de este enfoque no sólo implica que la artista se asuma como tal, sino que sea posible reconocer en las piezas una postura política estética feminista, a partir de las preguntas: ¿Qué plasman en la obra? ¿para quién se produce? y ¿Para qué? Aunado a lo anterior, considero relevante la respuesta dada por la artista conceptual norteamericana Mary Kelly a la pregunta: ¿Cuál es la problemática de las prácticas culturales feministas? Esta señala que el arte feminista es la resignificación del espacio subalterno desde donde han expresado la producción artística y cultural las mujeres para convertirlo en un lugar de subversión política.

Así, el arte feminista se caracteriza por la creación colectiva equitativa y es una clara invitación a deconstruir lo establecido culturalmente como “femenino” para generar otras imágenes y representaciones de las mujeres para transformar las experiencias propias y de las otras mediante, por ejemplo, discursos estéticos visuales que constituyan actos políticos de representación. Por lo anterior, su materia prima, herramienta y medio es el cuerpo propio, el social y el de las mujeres. Yo agregaría, que también tiene la intención de liberarse de la imposición de la representación masculina y del deber ser patriarcal.

El arte feminista plantea una relación dialéctica entre la obra artística y la sociedad; entre quien aprecia la obra y su creadora, entre las artistas actuales y las del pasado. Dada su fuente, está ligada a la protesta y la lucha social enfocada a erradicar el sexismo, el racismo, la violencia y cualquier otro fenómeno resultante de las relaciones de poder que dañe a las personas o que vaya en contra de sus derechos humanos, lo que abre un espectro que actualmente da origen a una diversidad genérica, racial y de luchas.

Las artistas retoman la premisa de Kate Millett “lo personal es político” y la resignifican al decir: “el cuerpo es político”. La corporalidad es entonces el lugar donde radica la experiencia y el medio de expresión para denunciar las relaciones de poder que son origen de prácticas violentas que atentan en contra de los derechos esenciales de las mujeres y romper con esto, las dicotomías jerarquizadas: hombre-mujer, público-privado, objeto-sujeto o activo-pasivo, por mencionar algunas.

De ahí que el arte acción o performance sea una posibilidad de generar arte desde una perspectiva feminista que permite hacer de éste, la artista y la obra espacios políticos, una herramienta de lucha y un medio de denuncia que “ataca”, interpelando al público, en distintos ámbitos: el cognitivo, el psíquico y el simbólico. Es más que sólo una disciplina artística, es un campo de conocimiento amplio, híbrido y multidisciplinario en el que la improvisación y la participación del público son aspectos relevantes. Se nutre con campos de conocimiento considerados académicos y / o científicos, y de aquellos desdeñados por los criterios heteropatriarcales hegemónicos, por ejemplo, los rituales chamánicos y/o tradicionales.

Butler afirma que el género tiene un carácter performativo, es decir, es una teatralización de los roles y estereotipos de género que inicia desde que nos es asignado un sexo al nacer; pues para esta filósofa, el sexo también es una construcción social, ya que las personas nacemos con una realidad corporal concreta que la cultura significa a partir de dos categorías dicotómicas, excluyentes, estáticas y al parecer inmutables. Así, performar no es sólo disfrazarse o representar un rol, es apropiarse y resignificar.

En México es ampliamente conocido y reconocido el trabajo del actor y director chileno Alejandro Jodorowsky, en contraste con lo poco conocidas, a nivel global, que son las obras del grupo feminista Polvo de Gallina Negra integrado por las artistas Maris Bustamante y Mónica Meyer, quienes utilizaron la televisión mexicana como medio para impactar a la audiencia a propósito de la maternidad. Así, en el contexto actual es evidente el sesgo androcéntrico.

“Mi ojo es mi corazón” frase que da inicio a la pieza titulada “Mi Co Ra Zón” de Pola Weiss, pionera del videoarte y poco (re) conocida, muy probablemente por su condición de género. Sus piezas hacen público lo privado, las emociones propias que buscan interpelar a las ajenas. En un inicio Weiss pensó esta pieza como un performance; no obstante, la concretó como video. En ésta recobra, resignifica y metaforiza la experiencia de un aborto espontáneo (lo privado/personal) y el sismo del 19 de septiembre de 1985 que devastó la ciudad de México (lo público/colectivo).

Lo que siento y lo que hago sentir. Mi Co Ra Zón presenta dos ejes que se vinculan con el cuerpo, vemos a Weiss ejecutar una coreografía con una fuerte carga emocional y las imágenes en conjunto crean metáforas que expresan sentimientos mediante y desde la corporalidad. Vemos un corazón estereotipado que simboliza el amor en positivo, la fantasía que se basa en el imaginario de un ideal. Muestra procesos de la corporalidad femenina y trae a cuenta lo puro y lo impuro, dicotomía del tabú social de la virginidad. Lo que veo es lo que siento. Weiss baila con ropa y desprovista de ella, quizá para mostrar que sin ésta se mira y siente más libre, que se apropia de su cuerpo y su movimiento, que aquello impuesto socialmente limita y estorba. Se libera a través de su propia mirada y la nuestra, lo que vemos y la interpretación mediada por lo social, la vista como el sentido privilegiado (Le Breton, 1995). La artista rompe las dicotomías alma y cuerpo, dentro y fuera, lo singular y lo colectivo.  Para ella no existió una línea que dividiera el arte de la vida, ella fue artista las 24 horas del día.

Pola Weiss, en esta pieza moldea su cuerpo para mostrar su visión personal sobre él y su experiencia íntima de pérdida y dolor, relacionándola con la tragedia colectiva; la herramienta fue el video aunado a otras disciplinas como la danza y el performance e innovó en cuanto al uso del lenguaje videográfico. Fuera de la narración lineal, Pola quiso provocar emociones y sensaciones en la persona que la mira, quizá las mismas que ella experimentó al no poder cumplir con el mandato de género de ser madre. La artista impone su perspectiva: ver a los otros y que los otros me vean como yo quiero.

En Mi Co Ra Zón todo parece idílico hasta que una sacudida inesperada cambia nuestro mundo, nuestra ciudad y nuestro cuerpo, todo se quiebra y el proyecto de vida cambia, se aborta la misión y la ciudad y la vida se transforman para la artista y el inconsciente colectivo.


Maricruz Gömez


Originalmente publicado en:

Fanzine del Laboratorio de Performance y Género. Facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Querétaro, 2020.


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